{english below} De vez en cuando se estrenan documentales que nos adentran en realidades sorprendentes, nos hacen reflexionar y rompen todos los esquemas que teníamos sobre la historia del mundo que nos rodea. Éste es el caso de “Gaza Surf Club”, una película que une de manera asombrosa la tradición del cine de surf y el conflicto político de Palestina para demostrar que el deporte de las olas aún tiene la capacidad de cambiar el orden establecido. O, en muchos casos, nos permite aspirar a una situación mejor. La premisa no puede ser más acertada: la experiencia de un grupo de surfistas palestinos que se reúnen cada día en el destartalado Gaza Surf Club para huir del drama de la guerra, del bloqueo israelí, del desempleo y de la desconfianza de su propia comunidad hacia una generación de jóvenes que sueñan a todas horas con cabalgar olas. No en vano, Gaza es una franja de territorio con una población de 761.000 personas que están prácticamente aisladas del mundo exterior y sufren las decisiones de sus políticas hasta las últimas consecuencias Hemos hablado con los directores Philip Gnadt y Mickey Yamine para conocer los entresijos que se esconden detrás de esta película seleccionada en diversos festivales de cine internacionales y sus experiencias rodando en aquella zona.
Ciertas historias trascienden la cámara y se convierten en algo personal. ¿Podríais contarnos de dónde sois, cuál es vuestra experiencia profesional y cuándo descubristeis la magia del surf?
Philip: Sinceramente, yo no practico surf, pero he hecho bodyboard en la costa atlántica y soy consciente de lo complicado que es coger una ola. El interés para el tema de documental no vino por el surf, sino que surgió por la fascinación que me despertaba aquella región. Sobretodo gracias a un amigo que conocí en Stuttgart, pero que nació y se crió en Gaza. Fue él quien me contó la realidad de aquel lugar desde una perspectiva personal y distinta a la que ofrecen los medios de comunicación.
Mickey: Mis padres son libaneses y alemanes, pero yo crecí en Egipto. Siempre he tenido interés en contar la historia de Gaza, pero nunca encontré la manera adecuada de hacerlo. Estudié producción cinematográfica en la Babelsberg Film School cerca de Berlín, aunque siempre tuve el deseo de rodar algún proyecto en Oriente Medio. Philip me propuso esta idea en 2012 y me pareció algo completamente nuevo que no se había hecho antes. En referencia al tema del surf, me pasé la infancia metido en el agua, practicando esquí náutico, wakeboard y kite-surf en Egipto. Pero no cogí mi primera ola hasta que llegué a Gaza.
Para muchos el cine también es un estilo de vida alternativo. ¿En qué comento decidiste convertirte en cineasta independiente, coger la cámara de cine y lanzarte a rodar documentales?
Philip: El sueño de trabajar en la industria cinematográfica surgió muy pronto, cuando tenía 14 o 15 años. Entonces vi algunas adaptaciones para la televisión de mis cuentos favoritos y no me gustaron. ¡Resulta que yo quería hacerlo mejor! Cuando terminé el instituto, trabajé como asistente de cámara durante cinco años y eso me permitió ganar experiencia en platós de cine y de televisión. Y la magia del cine no se desvaneció. Entonces estudié comunicación audiovisual en una universidad de Stuttgart y teníamos una asignatura de documental. Fue allí donde realicé mi primer corto. Aunque mi amor por el cine no se limita a este género, sino que también me gusta contar otro tipo de historias. Con esa experiencia me lancé a trabajar como director independiente, siendo muy consciente de que es complicado pagar el alquiler con proyectos artísticos. Por este motivo realizo y produzco videos corporativos como trabajo diario.
¿Conocías la tradición de los documentales de surf clásicos como “The Endless Summer” o “Five Summer Stories” antes de embarcarte en la producción de tus propios proyectos?
Philip: Empecé a mirar documentales de surf después de tomar la decisión de hacer esta película en Gaza. Y me sumergí desde cero. Por supuesto miré “The Endless Summer”, también “Riding Giants”, “Keep Surfing” y todos los títulos que conseguí. Pero, al ser alguien que no practica este deporte, me di cuenta de que todas esas obras tienen un problema: les faltaba un argumento más profundo que me impactara. Eso me convenció todavía más para producir “Gaza Surf Club”, a pesar de que tanto yo como el resto del equipo no tuviéramos experiencia rodando películas de surf.
Supongo que la pregunta que mucha gente debe hacerte es ¿cómo surgió la idea de una película tan fascinante como “Gaza Surf Club”? ¿Sabías que en aquella región había buenas olas?
Philip: La mayoría estamos, lamentablemente, familiarizados con el “tema de Gaza” cuando aparece en las noticias. Todos hemos visto las mismas imágenes del conflicto, con casas bombardeadas, helicópteros de combate y guerrilleros enmascarados. Mi amigo que vive allí me contó más cosas sobre cómo era la vida entre períodos de guerra y fue reconfortante escuchar algo que no fuera “ocupación” y “terrorismo”. Entonces empecé a leer e investigar, pero seguía con el mismo sentimiento deprimente porque, en realidad, nadie tiene una solución. Poco después encontré un artículo sobre surfistas en Gaza e, inmediatamente, pensé: esto es nuevo. Mi amigo nunca había oído hablar de ellos, pero la historia me dejó intrigado. El surf es un deporte que representa la libertad personal, algo que contrasta con la realidad de Gaza porque es una de las ciudades más aisladas y desoladas del mundo. Investigué más a fondo y me puse en contacto con esos chicos que practicaban surf. Viajamos aproximadamente un año antes de filmar para conocer a los surfistas, buscar historias y tener claro qué queríamos contar.
¿Qué recuerdos tenéis del día que conocisteis a Ibrahim y a los otros chicos de Gaza? Sin pretenderlo se han convertido en activistas que luchas por unos ideales gracias al surf…
Philip: Nuestro primer encuentro con Ibrahim y los demás surfistas fue durante el primer viaje en 2013. Yo sabía que él se había convertido en una especie de líder para los jóvenes surfistas y que era muy carismático. Durante aquella reunión se mostró muy calmado y apenas dijo nada. Fue un poco decepcionante porque ya lo teníamos en mente como protagonista. Pero un protagonista que no habla demasiado no tiene sentido para un documental y entonces buscamos a otros chavales. Cuando regresamos un año y medio después para empezar a rodar, Ibrahim había cambiado por completo y nos encontramos con el protagonista inteligente, amable y divertido que ahora puedes ver en la película. Creo que, al principio, era un poco escéptico respecto al proyecto. Pero nos acabamos ganando su confianza y fue genial porque su personalidad es una parte esencial de la historia.
Mickey: No estoy seguro de si ellos se consideran activistas. Gracias al contacto que tuvimos, puedo decirte que no son especialmente rebeldes en términos políticos. Puede que te esperaras algo distinto, pero tampoco es que se conformen con el día a día de la política de su país. Están decepcionados por sus políticos y por la falta de ayuda que reciben del resto del mundo. El deporte es, simplemente, una manera de escapar de ese conflicto y de una realidad que los convierte en reclusos. Incluso Sabah, la chica joven que aparece en el documental, no se cuestiona la religión o las normas culturales de esa sociedad. Ella sólo desea tener un poco más de libertad para hacer lo que le gusta de vez en cuando.
Una vez empezasteis el rodaje, ¿qué cosas os sorprendieron más de su estilo de vida y de su concepción del surf? ¿Qué creéis que significa esta cultura fuera de la sociedad occidental?
Philip: Matthew Olsen, un surfista y activista que aparece en el documental, me dijo que el surf en Gaza es completamente distinto al del resto del mundo. Hoy en día, el surf es deporte muy egoísta porque tu ola es tuya y nadie debe cruzarse en tu camino cuando la cabalgas. En Gaza sucede lo contrario porque significa formar parte de una comunidad donde prefieren coger olas juntos antes que estar solos. Chocan sus manos y se cogen mientras cabalgan las olas que llegan a la orilla. Es un tipo de mentalidad que seguramente no encontrarás en playas occidentales.
Mickey: Algo que los surfistas de gaza tienen en común entre ellos es que, de algún modo, todos están conectados con el mar: son pescadores, socorristas o ambas cosas al mismo tiempo. Se identifican con el medio acuático. Esto es irónico y raro en aquella región porque mucha gente no sabe nadar y los consideran temerarios por cabalgar olas en aguas turbulentas.
“Gaza Surf Club” no es solamente un documental, sino que es un proyecto pasional en el que habéis invertido muchas horas de trabajo. ¿Qué has aprendido a lo largo del proceso?
Philip: Puede que suene cursi, pero la lección más importante que aprendí mientras hacía esta película es que todo es posible. Tuve la idea de hacer esta proyecto sin ser surfista, sin hablar árabe y sin haber hecho ningún largometraje anteriormente. Sin embargo, contacté con personas que creía que podrían ayudarme. Esto me llevó a Mickey Yamine, un productor que habla árabe, alemán e inglés, que estaba interesado en el tema y se unió de inmediato. Pero él tampoco había estado en Gaza, una de las regiones más aisladas del mundo. Así que continuamos hablando con personas que sabían cómo entrar allí. Y finalmente, después de varios años de investigación, preparación, filmación y edición, llegamos al estreno mundial en el Festival Internacional de Cine de Toronto. Fue el viaje más increíble de mi vida. Así que, sin lugar a dudas, hoy soy una persona diferente, no sólo por esto, sino también por la experiencia de quedarme en Gaza durante seis semanas, algo que hace que te rías de los problemas que creemos tener en Europa.
Muchos profesionales afirman que los documentales se convierten en una realidad en la sala de montaje. ¿Cómo fue la postproducción y qué podéis contarnos de la banda sonora?
Philip: Uno de mis profesores durante la carrera me dijo que un documental se hace tres veces. Primero durante la fase conceptual. Después durante el rodaje. Y, por último, durante el proceso de edición. Así que es cierto: en cada fase tienes una película completamente distinta entre manos. Sin embargo, los mayores cambios surgieron durante la postproducción porque te das cuenta de lo que funciona y de lo que no funciona. Hicimos muchas versiones distintas y fue un camino duro coincidir en el montaje final.
Mickey: Muchas veces bromeábamos diciendo que, con el metraje que teníamos, podríamos haber hecho cinco películas distintas. Pero creo que ésta es la que debía ser. En referencia a la banda sonora, queríamos una música que reflejara las vibraciones del surf y de la cultura árabe, así que contactamos con un amigo mío llamado Sary Hany que es compositor/productor y vive en El Cairo. Vio la película e, inmediatamente, nos lanzó ideas de cómo debía ser la música. La canción que suena al final con la voz femenina fue idea suya, incluyendo la letra. La banda sonora era algo esencial para nosotros porque te guía a través de la película y te lleva como una ola.
Uno de los aspectos más destacados del proyecto es su cuidada estética, la fuerza de los colores y el diseño de los títulos. ¿Teníais una idea clara de cómo queríais que fuera visualmente?
Philip: Desde el principio tuve un concepto visual que se refleja bastante bien en la película. La idea era mostrar una vertiente diferente de una región que aparece mucho en las noticias, pero siempre desde un punto de vista político. Por eso intentamos mostrar el deporte acuático en uno de los países más aislados del mundo. Para subrayar esto en la parte visual, la idea era hacer exactamente lo mismo. Las imágenes que muestran los medios de comunicación son borrosas y, a menudo, capturadas mediante teléfonos móviles. Por este motivo decidí rodar en formato Cinemascope, con imágenes tranquilas y hacer muchos planos en gran angular. Al principio nos planteamos rodar en blanco y negro, pero desechamos la idea para mantener los maravillosos colores que encontramos. Tenía en mente ciertos lugares donde quería rodar, pero las cosas sucedieron sobre la marcha. Nuestro director de fotografía, Niclas Reed Middleton, tiene la capacidad de encontrar siempre algo que le motiva y de dirigir su cámara hacia eso, así que acabábamos descubriendo la belleza de esos detalles.
Actualmente los documentales de surf han dejado de ser historias sobre olas fabulosas para convertirse en una ventana abierta a otras realidades sociales. ¿Cuál era vuestro objetivo?
Mickey: Queríamos hacer una película que trascendiera el surf y su estilo de vida. Nos interesaba mostrar una sociedad y una cultura que, a menudo, se ve ensombrecida por la política y el conflicto bélico. En occidente estamos acostumbrados a que las noticias de Gaza traten sobre la guerra, la ocupación, el fanatismo religioso y el sufrimiento, porque eso es lo que vemos en las noticias. Apenas sabemos cómo es la vida una vez que los periodistas terminan su trabajo y eso fue lo que intentamos reflejar. La respuesta en festivales ha sido fenomenal. La película se ha proyectado en más de 100 certámenes internacionales, la mayoría de comentarios han sido muy buenos y la gente nos ha dicho que estaba agradecida por haberles ofrecido un punto de vista distinto. Sin embargo, algunas personas han criticado el hecho de que hayamos dejado de lado los antecedentes políticos y la situación actual. Pero creemos que ya hay suficientes noticias, escritos y documentales sobre el conflicto de Palestina realizados por profesionales más cualificados que nosotros. Intentamos transmitir cómo es vivir en Gaza centrándonos en el microcosmos de los surfistas.
Por curiosidad, ¿puedes avanzarnos en qué proyectos estás trabajando hoy en día?
Philip: Subestimé la cantidad de trabajo que supondría presentar esta película. Desde que se proyectó en Toronto, no ha habido prácticamente una semana en la que no haya tenido que nacer nada relacionado con el documental: entrevistas, festivales, lanzamiento del DVD, estreno en televisión, etc. Y, como puedes ver, todavía seguimos liados con el tema. Tengo muchas anotaciones de ideas que necesito convertir en tratamientos cinematográficos. Pero, ahora mismo, no tengo otro gran proyecto entre manos aparte de ganarme la vida. ¡Sin embargo, creo que sería genial rodar mi siguiente película en una región donde hablen mi propio idioma!
Para terminar la entrevista, una pregunta de ciencia ficción: si tuvieras una máquina del tiempo ¿a qué época le gustaría viajar y a qué personaje histórico desearía conocer?
Philip: Es curioso porque pensé en esto hace unas cuantas semanas. Mientras pasaba mis vacaciones de verano en un camping en el sur de Alemania, me senté con una cerveza en la mano e imaginé que pasaba varios días y varias noches en un campamento militar romano de hace 2.000 años. No sé por qué, pero me gustaría experimentar la sensación de estar allí y esperar la siguiente batalla. En referencia a lo de conocer a alguien personalmente, no sería a alguien en concreto. Podría ser un mercader en el Ponte Vecchio de Florencia en el siglo XIV que me contara la época medieval a través de su mirada.
English:
GAZA SURF CLUB
Let’s start from the beginning of this adventure: Where are you from? What is your background? And, above all, when did you discover surfing?
Philip:To be honest, I’m not a surfer myself, but I’ve done some body-boarding on the Atlantic Coast, so I have a bit of a feel for how hard it is to catch a wave. The interest in the films subject however came more from an interest in the region, more precisely through a friend I met in Stuttgart [Germany] who was born and raised in Gaza. He gave me an insight into Gaza from a very different and personal perspective, beyond what you see and read in the news.
Mickey:I was raised in Egypt to German and Lebanese parents and I always had an interest in taking on a story about Gaza, but just never knew how. I studied film production at the Babelsberg Film School in Germany (near Berlin) but always felt like I wanted to film in the middle east. Philip approached me with his idea in 2012 and this for me was finally something new, that had not been done before.
In regard to surfing, I was always in the water from an early age, but never got a chance to surf a wave until I got to Gaza! I did however water ski, wakeboard and kite surf a lot in Egypt.
You are an independent filmmaker. When did you decide to grab a camera and start shooting documentaries? Did you ever imagine that it could be a way of life and also make a living with it?
Philip:The dream of working in the film industry popped up quite early, I must have been 14 or 15 years old. I saw some TV adaptations of my favorite childhood books and didn´t like them. I wanted to make it “better”. After secondary school I started to work as a camera-assistant for about 5 years, which enabled me to earn a lot of experience on different film- and TV sets and the magic of film did not vanish. I then studied audio visual media at a media college in Stuttgart. As part of my studies we had a class on documentary filmmaking and it was there that I made my first (short) documentary.But my love for film is not restricted to documentary filmmaking, I enjoy creating “moving images” in general. With this background I started to work as an independent filmmaker, very well aware that it’s hard to pay your rent with arthouse only, so I work as a director and producer for corporate films on a day-to-day basis.
Were you a fan of surf documentaries before starting your own projects? If so, do you enjoy more the classic ones or new ones? What do you think is the magic of those films?
Philip:As I mentioned in the beginning I found the topic of surfing in the Gaza-Strip through a general interest in region. So I started to watch surf documentaries after the decision to make this film. I started from scratch. “Endless Summer”of course, “Riding Giants”,“Keep Surfing”… anything I could get my hands on. But as someone who doesn’t surf, most of those docs had a problem in my opinion. They were missing a deeper storyline that touched me. This convinced me even more to make “Gaza Surf Club”, even if I, and the rest of the team behind the film, had no experience in making surf films.
Here comes the big question: How did the documentary project “Gaza Surf Club” started? Had you ever been to that city before starting the project? Did you know there were amazing waves?
Philip:Most of us are painfully familiar with the “Gaza topic” when it flares up in the news. We’ve all seen the same shaky news clips of the conflict, of bombed-out houses, of helicopter gunships, and masked fighters – over and over. My friend from Gaza told me more about what life was like between wars and it was refreshing to hear something other than “occupation” and “terrorism” for a change. I started doing some reading and research, but I kept ending up with the same depressing feeling, because nobody really has a solution. Eventually, I stumbled upon an article about surfers in Gaza and I immediately thought: that’s new… My friend from Gaza had never heard of them either, but I was intrigued by the powerful imagery. Surfing is a sport that stands for personal freedom, while in the stark contrast of Gaza’s backdrop, and being one of the most isolated and desolated countries in the world. So, I started doing more and more research and eventually got in contact with the guys there. We travelled there about a year prior to filming and met the surfers, looked for stories and got a feel for what we were planning to do.
Do you remember the day you met Ibrahim and the other guys? They are not only surfers, but also activists that want to use surf to make a better society. And that is a hard work in that country.
Philip:Our first meeting with Ibrahim and some other surfers was during that research trip in early 2013. I already knew that he is kind of the head of the young surfers and kind of charismatic. But during our first meeting he was extremely calm and said almost nothing. It was a little depressing because we already had him in mind as one of our protagonists. But a protagonist who doesn’t talk much makes no sense for a documentary and we looked at other surfers as well. 1 ½ years later when we came to Gaza to start filming Ibrahim changed completely and we got the smart, kind and funny protagonist you now see in the film. I think in the beginning he was kind of skeptical towards the project, but obviously we could earn his trust, which is great, because his personality is an important part of the film.
Mickey:Regarding the question if they see themselves as activists I am not sure. The way we got to know them, they are not particularly rebellious in terms of their political stance. You would expect differently… but they are not necessarily conforming to daily internal politics either. They are disillusioned by their politicians and by the perceived lack of help they receive from the rest of the world. The sport is quite simply an outlet, an escape from the reality of their confined lives and this complicated conflict. Even Sabah, the young girl in the film, doesn’t question religion or the cultural norms of her society. She only wishes she sometimes had a little more freedom to do, what she enjoys.
Once you started shooting there, which things surprised you most of their lifestyle and their approach to surfing? What do you think surfing means outside the “modern” western society?
Philip:Matthew Olsen, a surfer himself and an activist who is also in the film, had initially told me that surfing in Gaza is completely different from the rest of the world. Surfing nowadays is somewhat of an elbow-sport, meaning your wave is yours and no one should get in the way when you’re riding it. It’s very different in Gaza, it’s about being part of a community where they prefer to surf together rather than alone. They high five each other and sometimes hold hands while surfing. It’s a kind of surfing you probably won´t find on western beaches any more.
Mickey:The one thing the surfers in Gaza have in common amongst each other is that they are all somewhat connected to the sea: They are either fishermen or lifeguards, or both. They identify with the sea. This is ironically rare in Gaza, many people don’t really know how to swim, so they are considered dare-devils for riding waves in stormy waters.
This is not only a surf film, but also a personal project that took so much time to become a reality. What have you learn from the process? Are you the same guy that started it or your personal ideas have changed in some way?
Philip:It sounds cheesy, but the biggest lesson I learnt while doing this film is: Everything is possible. Why? I had the Idea to make this film without being a surfer, without speaking Arabic, without having done a feature length film before. Nevertheless, I started by talking to people who might be helpful or supportive. This led me to Mickey Yamine, a producer who speaks Arabic, German and English, who was interested in the topic and joined immediately. But even he had never been to Gaza, by the way one of the most isolated regions in the world. So we kept going, speaking to people who knew how to enter Gaza and so on. And finally, after years of research, preparing, filming and editing, we ended with the world premiere at the Toronto International Film Festival (TIFF). It was the most amazing journey. So yes, definitely: I am a different person today, not just because of this, but also through the experience of staying in Gaza for six weeks, which really makes you sometimes laugh about the problems we argue about back in Europe.
Many professionals say that documentaries became a reality during the editing process. How was the editing and postproduction of “Gaza Surf Club”? What about the soundtrack?
Philip:One of my professors during my studies said, a documentary film is made three times. First during the concept stage, second while filming and last but not least during the editing process. And it’s true: In every stage you have a slightly different film in mind. But the biggest changes happened during the postproduction, because you finally realize what works and what doesn’t. We had a lot of different versions and it was a tough process to agree on the final edit.
Mickey:We often said that with the footage we had, we could have made five films, but I believe it’s really only the one. In terms of the soundtrack we wanted something that would reflect the surfing vibe and the Arabic culture and so we got in touch with a friend of mine in Cairo, who is a composer and music producer (Sary Hany). He saw the film and immediately had ideas on what the music needed to be. The song at the very end with the female singer came entirely from him, including the lyrics. The music was crucial to us, because it guides you through the film and you are carried though it like on a wave (pun intended).
I have just seen the film and I am really impressed by the aesthetic, the colors and the titles. Did you have a style in mind for the documentary look?
Philip:From the very beginning I had a visual concept that pretty much worked out in the final film. The general Idea was to show a different side of an area that is actually pretty much covered in the news, but always from a political view, we tried to show something totally different: water-sports in one of the most isolated countries in the world. To underline this on the visual side the idea was to do exactly the same. The pictures you get from the media are news driven, shaky images – often captured on mobile phones – so I decided to film in wide-screen Cinemascope (aspect ratio 2,39:1), calm pictures, a lot of wide-angle shots. In the beginning the idea was also to shoot in black and white but we threw that out to keep the wonderful colors we found there. I had some ideas about nice shots that I wanted to find, but the shots often enough found us in the situations we discovered. Our director of photography Niclas Reed Middleton has a way of always finding something he likes and pointing his camera at it and often enough we discovered the beauty in those details.
Nowadays it seems that surf documentaries are not only about waves, but also an open window to other places, cultures and social problems. What was your aim making this film and what about the feedback you have received so far in festivals?
Mickey:Just like Philip mentioned earlier, we wanted to make a film that was about more than just surfing and the lifestyle behind it. We wanted to show a glimpse into a society and culture that is all too often overshadowed by its politics and the regional conflict. We (in the west) are all so used to the news from Gaza being about war and occupation, religious fanaticism and suffering because that is what we get from the media during those times of war. What we hear less of is the life that happens there once all the journalists are done report on the news and that was what we tried to capture. The response at festivals worldwide have been phenomenal and frankly so rewarding. The film screened at over 100 festivals and we visited over 60 of them to present Gaza Surf Club. Most of the feedback has been very good with people telling us they were thankful for this different view. A few people have criticized the fact that the political background and current situation has been largely left out. The way we see it, there is enough out there that has been said, written and documented about the Palestinian struggle and Gaza by scholars and people much smarter and more qualified than us. We tried to convey the feeling of what it is like living in Gaza by highlighting this microcosm of the surfers.
Are you working on a new project? What would you like to do with your next film?
Philip:I totally underestimated the time of bringing this film in to world. Since the premiere in Toronto there was almost no week where I had nothing to do with this film. Interviews, festival, DVD-release, TV-release and as you see we are still working on it… I have a lot of papers with ideas that need to be transformed into proper treatments. But right now, there is not this one next big project, beside making a living. But I think for me it would be great to make my next film in a region where I speak the language 😉
And the last question is the weird one: if you had a time travel machine, where and when would you travel? Who would you like to meet face to face?
Philip:Its funny, I just thought about it a few weeks ago. While spending my summer holidays on a camping ground at the Bodensee in the south of Germany I sat there with a beer and thought that I would love to spend a few days and nights in a roman military camp 2000 years ago. I don´t know why but I would love to get a feeling as to how it was to sit there and wait for the next battle. Regarding a face to face meeting it would not be a specific person. It could be a merchant on the Ponte Vecchio Bridge (Florence) in the 14th century, who could explain to me the medieval world through his eyes.
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