Algunos documentales nacen con vocación de obras de culto. Este es el caso de “Dolphin Man”, la historia del apneísta francés Jacques Mayol, cuya vida sirvió de inspiración para la exitosa película “El Gran Azul” de Luc Besson en 1988. Esta nueva aproximación biográfica nos adentra en el mundo de un personaje fascinante que rompió todos los tabúes de su época viajando como un vagabundo del Dharma por Japón, Europa, India y las Bahamas, mientras sumerge a los espectadores en la experiencia sensorial y transformadora del buceo libre. Jacques Mayol fue el primer buceador en descender hasta los 100 metros en aguas abiertas y revolucionó esta disciplina deportiva al introducir el yoga y las técnicas zen en un ambiente controlado por la técnica. En sus numerosos escritos y entrevistas también hablaba de la necesidad de reconectarnos con la naturaleza y proteger el medio ambiente de la degradación. Narrado por el actor Jean-Marc Barr, el documental mezcla secuencias subacuáticas rodadas para la ocasión con los testimonios de los amigos y familiares del protagonista, además de recuperar material de archivo que se creía perdido. Para conocer los entresijos de esta producción internacional y los retos que planteaba el argumento, hemos tenido la oportunidad de entrevistar al director Lefteris Charitos.
Antes de sumergirnos en el océano para conocer la fascinante historia de Jacques Mayol, ¿podrías contarnos de dónde eres, qué estudiaste y tu experiencia en el mundo audiovisual?
Nací y crecí en Atenas, la capital de Grecia. Mi intención era estudiar matemáticas y física, pero durante el último año de secundaria no logré aprobar el examen y, mientras me preparaba para repetirlo, decidí matricularme en la escuela de cine de mi ciudad. Al cabo de tres meses pensé: “Esto es lo que quiero hacer”. Después de terminar mi primer grado logré que me aceptaran en el Royal College of Art de Londres para cursar un máster de dos años. Ten en cuenta que esa ciudad estaba convirtiéndose en lo que es actualmente y había muchas oportunidades laborales. Sin embargo, tenía que hacer el servicio militar en mi país. Así que volví a Atenas y, tras un período en el ejército, dirigí varios cortometrajes al mismo tiempo que trabajé como asistente de dirección. Hasta ahora he dirigido todo tipo de proyectos como series documentales, series de ficción y cortometrajes, excepto anuncios. No me gustan en absoluto.
¿Cuándo empezaste a desarrollar la idea para un documental sobre este legendario apneísta? Supongo que habías visto “El Gran Azul” y conocías detalles de su apasionante vida…
La primera idea de “Dolphin Man” pertenece a ARTE France, a la commissioning editorMadeleine Avramoussis y a mis productores de Anemon en Grecia (Rea Apostolides y Yuri Averof). Entonces me pidieron que dirigiera el documental y tardé dos años y medio en terminarlo. Por supuesto que había visto “El Gran Azul” y admiraba a esos personajes. Como todo el mundo, yo también pensaba que el Jacques Mayol que aparecía en la película era el verdadero Jacques Mayol. Sin embargo, años después me di cuenta de la conexión real entre el verdadero Mayol y el personaje de la película de culto de Luc Besson.
Jacques Mayol with his diving team on Elba in 1976, just before attempting to break the 100-meter record (photo: Bruno Rizzato)
La parte más sorprende del documental son las imágenes de archivo del protagonista que nos trasladan a otra época. ¿Cómo lograsteis conseguir ese material hasta ahora inédito?
Jacques Mayol había reunido a un equipo de profesionales que lo seguían a todas partes y grababan sus récords de apnea. Por lo tanto, hay una gran cantidad de material de archivo que, después de meses de investigación, pudimos localizar. Esas imágenes estaban repartidas por todo el mundo porque Mayol pasó la mayor parte de su vida viajando. Nunca es fácil obtener los permisos necesarios para utilizar todo lo que deseas, pero durante la fase de edición trabajé con una profesional increíble (Erin Chisholm), que se ocupó de gestionar todos los derechos pertinentes. Nunca había imaginado que eso fuera una tarea tan increíblemente complicada. En cuanto a la familia de Mayol, conseguimos que su hijo Jean-Jacques Mayol y su hija Dottie Mayol nos cedieran fotos. Ambos participaron en la filmación y, sobre todo ella, aporta el eje central del argumento con su historia personal.
Gracias a esta producción pudisteis viajar por medio mundo y rodar en escenarios naturales de belleza increíble. ¿Qué recuerdos tienes de los lugares y de la gente que conociste por el camino?
Es imposible explicar cuántas personas y lugares he visto durante los últimos tres años. Puede que el mejor recuerdo sean las profundidades marinas que el director de fotografía Stellios Apostolopoulos filmó de manera sorprendente. También el desafío de mantener un punto de vista único en un rodaje que duró más de un año. Viajar es una tarea difícil, especialmente cuando recorres el mundo. Y mantener la concentración en un aspecto único de la película no fue sencillo. Aunque, durante el proceso de edición, me di cuenta de que lo había logrado sin saber cómo. En referencia a las personas que conocí, puedo decirte que varias me causaron una fuerte impresión, como Umberto Pelizzari (campeón del mundo de apnea en los años 90) y William Trubridge (otro excampeón mundial). Puede que Hitoshi Narita, el buen amigo de Mayol, sea la persona más cercana a él en la tierra. Él no habla inglés, así que nos comunicamos a través de un traductor y de un entendimiento mutuo sobre quién era Jacques Mayol realmente.
Current world free-diving champion William Trubridge. In 2016, he set a new free-immersion record at the depth of 125 meters (photo: Daan Verhoeven)
Imagino que uno de los mayores retos a los que te enfrentaste como director fue el rodaje de las escenas subacuáticas. ¿Cómo te las planteaste? ¿Realizaste inmersiones con los cámaras?
No hice inmersión libre y no creo que me decida a hacerlo nunca. Yo me encargué de dibujar los storyboardsde todas esas secuencias y hablé mucho con mis productores y con el director de fotografía. Cada plano fue discutido con ellos, tanto para la preparación como para la elección del lugar. La noche antes de rodar en las Bahamas, todos estábamos nerviosos. Fue una de las primeras escenas acuáticas que rodábamos y todavía estábamos buscando el estilo visual. Pero una vez que Stellios se sumergió, todo comenzó a encajar. Una cosa que aprendí de él es que no importa cuántos storyboardshagas, porque una vez que estás ahí abajo ruedas lo máximo posible. No todas las ideas previas son posibles, sobre todo en el rodaje de un documental que no cuenta con un gran equipo esperándote en la superficie ni con demasiado tiempo para repetir escenas. Además, solamente disponíamos de una botella de aire.
Los amantes de la cultura pop estamos encantados de hayas contado con Jean-Marc Barr para la narración del documental. ¿Te contó alguna anécdota sobre “El Gran Azul” o Jacques Mayol?
Una vez que el actor Jean-Marc Barr vio el montaje del documental, sintió que quería participar porque hacía justicia al verdadero Jacques Mayol. Como él lo había conocido en persona, me dijo que desde los minutos iniciales de “El Gran Azul” era obvio que el personaje de ficción y el personaje real eran muy diferentes. “Dolphin Man” muestra al verdadero hombre y Jean-Marc Barr sintió que esto tenía que suceder en algún momento después del éxito de la película que Luc Besson estrenó en 1988. Jacques Mayol fue el asesor de buceo durante ese rodaje y Jean-Marc Barr aprendió mucho de él. Por ejemplo, cómo descender 20 metros con una sola respiración y también a estar tranquilo.
Italian free-diving legend Umberto Pelizzari at the world’s deepest pool Y-40 in Padova, Italy (photo: Daniele Padovan)
Muchos profesionales afirman que los documentales se convierten en una realidad en la sala de edición. ¿Trabajasteis con un guión cerrado o hubo espacio para la improvisación?
Ambas cosas son ciertas en el caso de “Dolphin Man”. Había un guión que coescribí con mi productor (Yuri Averof) y la edición fue un proceso sorprendente con el editor canadiense (Dave Kazala). El guión permaneció prácticamente igual por lo que se refiere a estructura, pero lo que ocurría en la narración cambió mucho. Tardamos meses en escribir la voz en off porque las ideas provenían de las palabras reales de Jacques Mayol, tomadas de su libro “L’Homme Dauphin”. El resto surgió de otras entrevistas. La edición nos llevó ocho meses y fue un proceso mágico porque se aprende mucho en la sala de montaje. Pasé mucho tiempo pensando y repensando la película, su esencia y lo que el público sentiría y pensaría al verla. El resultado es una obra con múltiples capas y todo surgió allí encerrados. La música está compuesta por Mathieu Lamboley, un joven compositor francés de bandas sonoras. Trabajar con él fue especial porque tuvo que reescribir cada canción para poner la instrumentación correcta. Creo que la música aporta un sentido cercano al del mar.
Jacques Mayol swimming with a dolphin in the dolphinarium of Marseille, 1977 (photo: Bruno Rizzato)
Además de ofrecer una aproximación asombrosa a la figura de Jacques Mayol y a su época, ¿cuáles crees que son los temas centrales que aborda este documental?
Los temas principales son el mar y la muerte, aunque no me gusta filosofar demasiado sobre mis películas. Lo que creí que era interesante, y todavía lo veo desde este punto de vista, es la cuestión de cómo afrontamos el envejecimiento. Jacques Mayol tuvo una vida emocionante, pero terminó solo. Eso no es necesariamente negativo. Sin embargo, la forma en que vivió tenía sentido con la forma en que terminó. Y no me refiero tanto a su muerte, sino a su relación solitaria con el mar. Mucha gente dice que era un hombre diferente en la superficie y en las profundidades. Creo que él no pudo descubrir cómo tratar con los seres humanos y, por ese motivo, prefirió comunicarse con los animales. Tenía una vocación especial y eso también forma parte de la película. El público más joven encuentra que “Dolphin Man” es conmovedora de una manera diferente a otras generaciones, que han visto “El Gran Azul”. El buceo libre es cada vez más popular y eso se debe a que los jóvenes quieren huir de la agitada vida de las ciudades. La sensación de soledad en las profundidades es inmensamente agradable. Pero nadie debería practicar el buceo libre solo, se necesita a otra gente para evitar riesgos.
Es evidente que realizar documentales implica mucho trabajo y sacrificio por parte de los realizadores. ¿Qué has aprendido durante el proceso de producción de “Dolphin Man”?
Mi pasión por “Dolphin Man” me mantuvo motivado incluso en los momentos más difíciles. Estaba rodeado de un equipo con mucho talento y los coproductores internacionales ayudaron a hacer que fuera una experiencia única en la vida. Pero no puedo decir que mi vida haya cambiado, aunque siento que ahora estoy más cómodo con proyectos complicados y con múltiples capas argumentales. Además, la filosofía de Jacques Mayol me ha hecho reflexionar sobre nuestro planeta y todo lo que podemos hacer para salvarlo, ya que el peligro es más inminente que nunca. La experiencia más asombrosa no fueron los festivales, sino la gira que hicimos por Francia para estrenar la película en 70 cines durante más de un mes y proyectarla en pueblos y ciudades muy diferentes. Eso fue lo más increíble porque soy muy sensible a la forma en que la gente ve mis películas. Me gusta hacer cosas que cualquiera pueda apreciar y sentir profundamente en su corazón. Por lo tanto, viajar con “Dolphin Man” a muchos países diferentes (Japón, Francia, Estados Unidos o Canadá) me mostró cómo el mar nos une a todos. Y eso es conmovedor.
Jacques Mayol set his first free-diving record in the 1960s in the Bahamas (photo: Mayol family archives)
Ahora que el documental se ha estrenado en cines y tiene distribución internacional para televisión, ¿estás planteándote nuevos proyectos audiovisuales?
Ningún éxito hace que el próximo proyecto sea fácil. Por supuesto que conocí a mucha gente que ahora confía en mí más que antes. Aún así, cualquier proyecto audiovisual es único, nada resulta sencillo y siempre hay que subir la misma montaña para que se haga realidad. La carga de la primera película se ha desvanecido y el peso del éxito está ahí. Ahora ya he superado los dilemas iniciales y estoy trabajando para la televisión en Grecia mientras desarrollo mi próxima película.
Para terminar la entrevista, ¿ha cambiado tu opinión sobre la figura de Jacques Mayol ahora que has podido alejarte del documental?
Pasé por muchos sentimientos diferentes acerca de Jacques Mayol. Hubo momentos en los que no me gustaba el hombre y me resultaba difícil volver a admirar todo lo que hizo. Al final, la pasión de un hombre por lo que hace es algo conmovedor y lo admiro por eso. Mi opinión se ha suavizado y ahora ya no soy tan crítico como antes sobre su vida y la forma en que decidió acabar con ella. Cada hombre es libre y, a veces, eso es difícil de sostener porque creamos vínculos con otras personas. Tal como dice un amigo italiano de Jacques Mayol: “Fue un hombre solitario toda su vida”.
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Jacques Mayol with US free-diving champion and marine conservationist Mehgan Heaney-Grier (photo: Mehgan Heaney-Grier)
Jacques Mayol underwater in the Turks and Caicos in the 1960s (photo: Mayol family archives)
Dean’s Blue Hole, Bahamas, one of the prime free-diving locations in the world (photo: Daan Verhoeven)
Director Lefteris Charitos
Director Lefteris Charitos with Umberto Pelizzari while filming at the world’s deepest pool Y-40 in Padova, Italy (photo: Daniele Padovan)
www.dolphinmanfilm.com