Bajo el nombre de Doce Fuegos tenemos exclusivamente a Miguel Palou, sevillano más popular por su pertenencia a Pylar. Metal experimental, minimalismo, clásica contemporánea, drone, dark-wave, noise, ambient y hasta algún destello folk.
El disco de Doce Fuegos, su nuevo proyecto, está grabado en directo en La Capilla de Afuera del Monasterio de la Cartuja de Sevilla, a base de violines, mandolina eléctrica y percusiones. Como referentes sonoros el mismo Miguel cita el drone de SunnO))) y Earth, la dark wave de Dead Can Dance y Current 93, el noise de Sonic Youth, Glenn Branca y los Swans más experimentales. Pero también la psicodelia rock-folk de Comus y la Velvet Underground, el post-rock de Godspeed You! Black Emperor y Warren Ellis, el black metal atmosférico de Burzum y WITTR, el minimalismo, el impresionismo, la música antigua y étnica. ¿Seguimos? Exploremos Doce Fuegos y el universo de Miguel hablando con el propio artista.

Cuentanos como ha sido el proceso de preparación y grabación de este nuevo trabajo.
Todo partió cuando en la asociación Pabellón Sølar, en la cual participo, decidimos organizar un concierto de Sangre de Muérdago en el Monasterio de la Cartuja en Sevilla. Pensábamos en buscar un artista local para poder acompañar a la banda en un evento y un espacio tan especial. Isa Alba y Pedro Román me propusieron que tocara yo como Doce Fuegos, que en aquel momento apenas era un germen: apenas había grabado una demo de un solo tema de 10 minutos, y había ensayado un par de cosas. Pero me animé a tocar allí y a preparar un concierto que tuviera una relación con el espacio, la atmósfera y la acústica. Decidí aprovechar la oportunidad, jugármela a una sola carta y grabar la actuación, como si fuera una grabación a una sola toma, tal como saliera.
¿Dónde lo habéis grabado y porqué habéis elegido ese sitio?
Exactamente la localización es la Capilla de Afuera, del dicho monasterio. Cuando fui a probar cómo sonaba la acústica, ya no tuve ninguna duda de que tenía que grabar el concierto: pero no como un “live”, sino como un disco de “estudio” con toda su narrativa y su concepto. Un lugar como ese hay muy pocos, que te permita tocar instrumentos acústicos y eléctricos sin microfonía, teniendo la acústica misma de la capilla como herramienta esencial. El resultado es que se generó una atmósfera inigualable, la cual creo que se siente al escuchar el disco.
¿Cuál diríais que es la mayor diferencia entre vuestro anterior trabajo y este?
Siempre parto de crear una serie de sensaciones o de ideas cuando empiezo a improvisar, invitando al oyente a crear su historia. Cuando empecé sólo me concentraba en ideas concretas para desarrollarlas y surgían temas de 10 minutos. Para aquel momento, era necesario crear una narrativa más amplia que pudiera durar en torno a los 40 minutos. Fue un paso y reto que me entusiasmó mucho. Aparte, el hecho de contar con Ignacio García Velasco para la grabación fue un paso más profesional, pues para las demos era todo bastante casero o con la ayuda de amigos que grababan a modo DIY, como fue con Miguel Grindermassive de Lead Coffin.
¿Existe algún concepto general en este disco o habéis optado por incluir diferentes ideas?
Aproveché la idea de tocar en una capilla desacralizada para darle una vuelta al acto musical: crear una nueva narrativa, a modo de altar sonoro con su propia hagiografía o génesis, para hacer una nueva sacralización de la capilla, buscando en aspectos más universales o paganos, en el sentido pre-judeocristiano de la palabra. La idea de llamarlo Templo de las Cuevas es porque el nombre completo de la Cartuja es el Monasterio de Santa María de las Cuevas, y me pareció interesante retomar el concepto de cueva como ese espacio de sacralidad primigenia.
Luego, pensé que, al igual que un concierto de música clásica, tenía que hacer el acto con un introito y un final, con un desarrollo e incluso una cadencia. La introducción y el final debían ser las puertas de entrada y salida para deambular en torno a ese altar sonoro, como haría un peregrino al entrar en una catedral, caminando por la girola.

Con respecto a conciertos o giras de presentación del nuevo disco, ¿Qué tenéis pensado hacer?
A estas alturas, poco se puede hacer en cuanto a conciertos y giras, y afecta especialmente en el ámbito underground. En cualquier caso, no me planteo hacer y repetir en su integridad un “Templo de las Cuevas”, a menos que haya un sitio que se preste a ello. La grabación parte de un acto único y difícilmente será repetible, tanto por la acústica del lugar como por la improvisación. Sí que es verdad que me gustaría seguir tocando en directo y retomar temas e ideas del disco. Pero veremos como va desarrollándose todo y espero que pronto vuelva a tocar.
¿En qué formatos/plataformas tenéis pensado sacar el disco y porque los habéis elegido?
El CD me pareció el formato más adecuado, con una presentación de digipack para darle solemnidad, una cierta presencia. Además, quería que llegara a más público, por lo que me pareció mejor que el K7. Por supuesto, se descartó el vinilo por ser demasiado arriesgado por ser una propuesta tan experimental y por los altos costes que acarrea.
¿Quién se ha encargado del artwork y por qué habéis decidido trabajar con el/ella?
Del artwork se encargó Reuben Sawyer. Desde que lo descubrí me fascinó: las portadas que ha hecho tienen mucha magia y épica, con una cantidad de detalles digna de una portada de libro antiguo de cuentos. Además, creo que el hecho de trabajar con blanco y negro encajaba muy bien en la estética visual para el disco. Aparte, él había hecho muchos emblemas muy interesantes, como el que hizo para Chelsea Wolfe, y me fascinaba ese simbolismo creado. Quería algo así, simbólico y mágico a la vez.
Nos gustaría que, a pesar de ser algo difícil, eligieseis una canción a destacar de vuestro disco y nos contaseis porque la habéis elegido.
“El árbol, el lago, la montaña”. Disfruto mucho tocando ese tema: recrearme en la atmósfera sonora que se puede generar y que puede cambiar según cómo y cuándo se toque. Además, creo que en la grabación salió una cierta esencia de épica y misticismo.
Para despedirnos os dejamos un espacio abierto para que digáis lo que os apetezca.
Agradecer, en primer lugar, a Sentencia Records por apoyar la edición del disco; a Isa y Pedro de Pabellón Sølar por darme el empujoncito a hacer aquel concierto; a mis amigas, amigos y familiares, que fueron a ver el evento y me transmitieron su entusiasmo y apoyo; y a todo el público presente que compartió aquel momento conmigo. Y en definitiva, gracias a todas las personas que han querido acercarse y bucear en la música de Doce Fuegos; una música que quiere invitar a el/la oyente a crear su propia historia.