LA DANI

23 September 2019 Texto: Ana D La Luz. Fotografía: Adriana Berrocal (*), Juanjo M. Fuentes (**) y Pablo Belice (***).


“CONVERTIRSE EN SÍMBOLO”

Entrevistar a La Dani siempre es muy fácil porque somos amigas y me tomo cierta libertad a la hora de formular las preguntas. De hecho, normalmente suelen surgir espontáneamente. Conozco ya mucho sobre él, pero en esta entrevista me he dado cuenta del nivel de importancia que para Dani tienen los símbolos. Como me comentó: “El otro día estuve hablando con Andrés y me dijo: Vamos a fumarnos un cigarrinchin, ¿no?”  Andrés se quedó pensativo y volvió a decir: “Hay que ver cómo tenemos que adaptar el lenguaje dependiendo de las personas con las que estemos. Contigo puedo llamar a un cigarro de esa forma, pero cuando estoy con gente de otras comunidades autónomas no me permito la licencia”. “Pues yo, Ana-continuó Dani diciéndome-, no me privo jamás de mi forma de expresarme porque cuando estamos en la capital, o yo qué sé dónde, tendemos a neutralizarlos y si estoy orgulloso de algo es de poder transmitir mi jerga para que todo el mundo sepa que no solamente existe una forma de comunicarse o de expresarse. Esta máxima la extrapolo a cualquier elemento de mi vida”.

Todo esto es muy curioso porque La Dani se está consolidando como icono o símbolo malagueño y creo que su forma de proceder es completamente necesaria para convertirse en algo así. Solo quien ama a su tierra puede convertirse en una de sus referencias. Me pregunto si Picasso hubiese preferido tener su estatua en París en lugar de la Plaza de la Merced (…).      

Esta entrevista persigue la idea de mostrar cómo vivió sus primeros años y su adolescencia en Málaga, concretamente en el emblemático barrio de la Victoria. Intentar profundizar en la idea de barrio y de las tradiciones que, poco a poco, parecen diluirse y perderse en la vida de las nuevas generaciones.

Estamos sentadas en el bar Leño, en calle Tejeros. Muy cerca de Lagunillas y calle de la Victoria. Han sido días duros y muy felices para Dani porque ha llegado a Málaga para cantar día sí y día también. Nos tomamos un descanso con una cerveza. “Ana, ¿tú sabes que yo he pasado mi infancia por estas calles?”, me dice.

 

*

 

Pero Dani -le digo-, ¿tú no eres de teatinos?”. “¡Yo qué voy a ser de Teatino, Ana!”.

Bueno, a ver, cuéntanos un poco: ¿dónde has nacido y pasado los primeros años de tu vida?
Los primeros años de mi vida los pasé en Ibiza y llegué a Málaga con once años, a calle Victoria.

Esto te lo preguntan a menudo, pero lo necesita saber todo el mundo: ¿quién eres, Dani? Es así como una pregunta filosófica, ¿no? “Quién eres y hacia dónde vas”. Bueno. Cuéntamelo otra vez para que yo lo ponga aquí y la gente que aún no lo sabe lo sepa.
Pues yo soy yo, La Dani. ¿Es que esa pregunta qué es, Ana? A ver (…). Pues nada, un muchacho muy normal. Yo tengo mis estudios, mi bachillerato. Cuando era pequeño siempre tuve muy claro lo que quise ser en la vida, o bien diseñador, o bien peluquera. Algo así. De hecho, estuve en Bruselas trabajando con una diseñadora y me di cuenta de que no me gustaba la forma de proceder. Me di cuenta de que esa no era la forma adecuada de pertenecer a ese mundo porque en general la moda, lo estético, me sigue atrayendo de la misma forma. Cuando volví de Bruselas me perdí porque lo que nos enseñan desde arriba es que que estudiar algo para poder trabajar después y la verdad es que a mí las ofertas de estudio nunca me han interesado demasiado. En lugar de estudiar me puse a currar de lo que pude para independizarme. Sobre todo he trabajado de dependienta porque tengo mucha labia. Se me da bien vender. No obstante, siempre he tenido el sueño y el deseo de hacer lo que hago ahora: cantar y bailar. Cada vez que podía aprovechaba el momento para hacer de Sonia y Selena, o de Mónica Naranjo. En fin, que me liberaba. Aquello me gustaba.

Ahora con Guille (Stereotipo), siento que puedo expresarme tal y como soy: haciendo un espectáculo o vistiéndome como quiero, bailar, mover el culo (…). En un espectáculo de La Dani está justificado. Es un acto que, sin pretenderlo, es político porque que una persona que mide 1,88 cante papi chulo vestido con un top de mujer (que era de la suegra de mi amiga Ale) es una forma de educar y de mostrar que no solo existe un camino.

 

*

 

Háblame un poco de los barrios de Málaga. ¿Qué te inspira a ti un buen barrio?
A mí la gente que no come me da flojera”… Hombre, Ana, un buen barrio. Es que yo soy de barrio. Cuando viví en Ibiza de pequeño el barrio era el lugar donde mis amigas y yo nos sentíamos a salvo. Por eso siempre he estado muy en la calle. Ser de barrio y criarte en la calle hace que conozcas mejor tu entorno.

Y concretamente, ¿qué significa para ti el barrio de la Victoria?
Significa gran parte de mi adolescencia. Las bolsas de patatas sentadas en la plaza de los monos. La frutería Celia o la tienda de ultramarinos. El barrio está lleno de símbolos y de figuras que se respetan, como por ejemplo pequeños actos que marcan la diferencia como coger la moto para ir de un barrio a otro cuando la realidad es que puedes llegar andando en tres minutos… la identificación de una persona por el barrio al que pertenece… Me acuerdo cuando venía alguien de Huelin y le decíamos: fulanito de Huelin y menganito de la Victoria. En general todo esto son cosas que se reflejan continuamente en mis letras: el mundo moto, el mundo hamburguesería… En fin, el aspecto simbólico de la vida en el barrio.

 

***

 

¿Cómo fue tu adolescencia en Málaga? Cuéntale un poco a los lectores cómo era la cosa cada vez que te subías en los autobuses de la EMT siendo todavía una chiquilla.
Yo llegué a Málaga con once años, como te he dicho un poco más arriba. Ahora lo voy a desarrollar mejor. Cuando llegué fue fatídico porque no me ubicaba. La gente se metía conmigo y al principio fue raro tener que asumir que yo cumplía el papel de maricón del barrio. Lo que pasa es que, por otro lado, yo siempre he sido muy malilla y eso generaba una tensión extraña porque la gente me aceptaba, siempre bajo mi condición de “friki” o “raro”. Cosa de la que me siento completamente orgullosa. Después repetí curso y eso me vino bien porque la gente cada vez me respetaba más. Empezamos a fumar y mis amigas y yo íbamos a ver a los niños, que también se querían ganar mi confianza porque yo era el amigo maricón de ellas.

Aparte de todo esto, yo creo que la adolescencia para mí fue un período muy bueno. Con catorce o quince años empecé a ser aún más libre de lo que siempre he sido. Empecé a ser como soy ahora. Generalmente era muy bien aceptada, pero claro tú imagínate cuando coges el 21 desde el Puerto de la Torre para ir al centro y te montas en el autobús con un abrigo de zorro, con el pelo pintado de verde… ¡imagínate el escándalo! Aunque siempre he sido muy natural, no me apetecía estar constantemente sintiendo que la gente me miraba y cuchicheaban entre ellos. Por eso, hubo un momento en el que empecé a vestir más básica, me corté el pelo. Parecía una bollera, vaya. La gente ya no me miraba, pero yo me sentía mustio. No sabía muy bien lo que hacer. Tendría yo unos veintipocos por aquel entonces. En este período volví a Madrid y allí de nuevo sentí que podía ser como yo quisiera.

 

***

 

Y, a todo esto, por la zona hay un montón de colegios para gente pudiente y todas esas cosas, ¿en qué colegio estudiaste tú?
Estudié en los Maristas, que es un colegio de curas. No son curas… son como monjas, pero en hombres. Aquella época fue complicada, no sólo a nivel de colegio, sino que también los propios curas no aceptaban cómo era yo. Pero bueno, no quiero entrar en estos temas.

Podríamos decir que tu imagen -o estética visual- en estos momentos está completamente “aceptada”, dada la guerra que muchas de nosotras estamos librando (tanto por activa como por pasiva) en favor de la libertad de expresión y de ponerse y sentirse como a una le salga del alma, pero tú has sido así siempre. Eres La Dani desde que naciste: ¿Te trataban de forma diferente en el colegio por no responder a un modelo heteronormativo?
Todo esto te lo he ido respondiendo a lo largo de la entrevista porque soy muy adelantada, pero tú imagínate. Yo llegué con el pelito repeinado. Con un reloj de Gisela porque en Operación Triunfo Uno sacaron relojes de las caras de los concursantes. Pues yo llevaba el de Gisela y una mochila que mi madre me compró en el Carrefour que a mí me encantaba porque era bandolera. Entonces, yo llevaba una bandolera de Mickey con una chapa de Gisela. Imagínate, Anita, cómo fue llegar así a Málaga, a calle la Victoria.

 

**

 

Mi hermana chica se va dentro de dos años a San Telmo porque ha decidido que quiere ser artista y esto me lleva a recordar que tú estudiaste el bachillerato de arte en esta escuela. ¿Se produjo algún cambio significativo en esta época de tu vida?
El primer año de San Telmo lo recuerdo como de los mejores años de mi vida porque conocí a mi primer amor. Mi primer amor, la primera vez que me puse el pelo verde, compañeros muy guays. Allí todo el mundo era muy libre. El más raro era el más guay, para que te hagas una idea.

Ahora bajamos desde El Ejido hasta el Centro (casco histórico de la ciudad). Yo te veía cuando era chica en el Drunko que estaba cerca de la plaza de la Mitjana con las que ya eran Las Amigas y siempre estabais bebiendo una cervecita. Háblame de una noche clásica en Málaga, de los lugares a los que antes solías ir y ya no existen. ¿Consideras que el panorama nocturno de Málaga ha cambiado para bien?
Yo creo que el panorama nocturno siempre ha estado un poco igual. Depende de cómo seas la vives de una forma o de otra. Cuando era pequeña me parecía lo más porque, claro, yo iba al paseo de los curas y luego al barco. Ahora mismo no salgo mucho por Málaga porque todo me parece bastante monótono: somos los mismos bebiendo cervezas vayamos al lugar que vayamos. Por ejemplo, la propuesta de Río del Orumle me parece muy guay porque al final la gente que queda en Málaga siempre acabamos allí. Lo que verdaderamente importa es estar con tus amigas en un lugar donde te sientas cómodo y ya está.

 

**

 

Has tenido que irte y volver de Málaga en varias ocasiones. ¿Qué sientes cuando estás fuera de Málaga?
Tampoco es que sienta demasiada pena cuando no estoy. A veces me gusta irme, pero cuando llevo mucho tiempo fuera echo de menos la playa, a mis amigos y a mi familia. Me gusta echar de menos Málaga porque así la valoro más.

¿Cómo se ha portado la ciudad contigo a nivel profesional? ¿Y cómo se está portando ahora? Porque en realidad muchas de tus canciones cobran sentido porque eres de Málaga.
La ciudad se ha portado INCREÍBLE. Si no fuese por la generosidad de las amigas, de Guille, de Ángel, Pamela Films, Paxi, Tamara, Patri, tú misma… no habría podido hacer nada. Aparte de todas mis amigas, la ciudad conmigo se ha portado genial. Siempre he sido y soy muy bien recibido. Siempre que hacemos un bolo viene mucha gente entregada y a pesar de que llevamos un año y medio con esta movida la última vez que estuvimos aquí con Luna Ki, la gente lo gozó. Eran increíbles. Me siento muy afortunado porque con la tontería hemos tocado en muchas salas emblemáticas de Málaga. Me parece que lo único que nos falta es la plaza de toros.

 

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¿Qué eres tú sin la jerga malagueña, o si te privan de los lugares de siempre?
Parece que si no eres de Málaga no se va a entender qué es la Kiki, o el Parrilla, pero en realidad de lo que hablamos en nuestras letras Guille y yo es de un lenguaje universal como puede ser el amor, bailar, vivir en general. Visto está que cantamos en Madrid, Bilbao, Zaragoza… que es lo contrapuesto a la jerga malagueña. Yo no me privo de ella en ningún momento: me da igual donde esté. Palabra como ‘guarnía’, ‘daleá’, ‘percomío’, se entienden perfectamente por contexto. Son divertidas, son auténticas, y todos los símbolos de la ciudad van a estar en mí siempre. No se me van a privar de ellos: el Balneario va a estar ahí siempre y si algún día a alguien se le ocurre quitarlo, ya haremos algo.

¿Qué es lo que te gustaría hacer en los próximos tiempos?
Me gustaría seguir haciendo lo que hago. Sintiéndome tan que así: como cantante, como actor…

Para terminar: ¿Volverías a Málaga si pudieras o es mejor que nos esperemos un poquito antes de verte aquí para siempre?
Me encantaría vivir en Málaga y trabajar fuera. Pero bueno esto se verá cuando sea mayor y mi carrera esté más asentada.

 

Fotos Adriana Berrocal (*): En esta sesión Dani lleva: ropa de Livin Savage hecha especialmente para él, el maquillaje es de Natalia Sánchez y el asistente de fotografía Antonio G. Hijano.

Fotos Juanjo M. Fuentes (**) y Pablo Belice (***): Actuación en Wau Festival 2018.

 

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