ESPOSAS PROHIBIDAS DE SIERVOS SIN ROSTRO EN LA MANSIÓN SECRETA DE LA NOCHE DEL ACIAGO DESEO.

25 March 2018 Texto: Redacción. Fotografía: Archivo.

Autor: NEIL GAIMAN & SHANE OAKLEY.
Edita: PLANETA DeAGOSTINI COMICS, 2018.

Hay espacios dentro de otros espacios, como las muñecas matrioshkas rusas. Y parece que solo podemos entenderlos como una cadena de referencias que se contienen una dentro de otra: el horror, la ironía, la comedia, el estereotipo… Te sumerges en una obra y una cosa lleva a la otra, como migas de pan en un bosque, donde quieran los autores que nos lleven. Pero hay caminos donde las ideas no van de la mano, saludándose de manera ordenada, reverenciándose. Esos caminos son turbios, laberínticos, suscitan al vértigo. Esas ideas flotan y se hunden en aguas negras, como cuerpos en un pantano. Esas ideas te las encuentras en la oscuridad, sin explicación. Y te persiguen, aúllan más que hablan. Esposas Prohibidas… está llena de esas ideas.

Neil Gaiman perpetró el relato en 2006 como Forbidden Brides of the Faceless Slaves in the Secret House of the Night of Dread Desire (¿puede notarse la intencionada sonoridad entre sustantivos y adjetivos de cada bloque?) para la recopilación Fragile Thins: Short Fiction and Wonders (traducida como Objetos Frágiles). Ya el relato en si es una trampa. La obra está ¿protagonizada? (sí, claro) por un autor (El Autor) y su artificio, esa ficción con la que doliente lucha. Y en la distancia entre el propio Gaiman y el personaje hay un juego, porque el simbolismo y la identificación entre escritores ficticios y reales ya es en sí una maraña de estereotipos. El veneno dulce y los trucos de sombra están, por supuesto, en el lenguaje. Las palabras saltan y difuminan las fronteras entre la broma y el misterio. Hay ecos de roles de autor, desde el exitoso autor de bestseller devorado por su propia auto referencia como dueños por derecho de los altares míticos, con sus vidas transformadas en propias obras de referencia, cítese directamente claro a Edgar Allan Poe (y su amistoso cuervo).

Gaiman pretende un ejercicio breve, un divertimiento, donde dicotomizar con lampara de gas y escalpelo un pequeño haz de bruma, de atmósfera, del genero del horror. Pero sospecha y acertarás. Porque no dejo de pensar que lo hace con intencional torpeza, todo para que la bruma se rebele bajo el corte y crezca y domine la escena. Puedes hacer comedia, pero dentro del oscuro y frio bosque. Donde los apasionados del genero saben que allí se disfruta más el escalofrío.

Pero dejemos de lado a Gaiman y su relato. En las manos tenemos un cómic. Y su artífice principal es el virtuoso Shane Oakley.

Shane Oakley es un artista de gran habilidad de atmósfera. Sus figuras se integran y funden con el escenario. Sus lineas a veces son incompletas, uniendo de común el objeto y la persona con las sombras o luces. Sus perspectivas revolotean como insectos espías y sus puntos de fuga llegan a la sensación de mareo o claustrofobia. Sin duda era un autor con un nuevo lenguaje muy rico que aportar a las ideas del relato.

Oakley adaptó con el colorista Nick Filardi en 2017 Esposas prohibidas… para la editorial norte américana Dark Horse Comics que ahora publica aquí Planeta de Agostini con traducción de José Torralba y prologo de Ander Luque.

Oakley introduce una nueva fina capa lúdica de ideas. Las viñetas se disfrazan de películas de horror clásicas Se huele la Hammer Films, se palpa las formas de un Roger Corman o un Mario Bava. El ojo de Shalvey aporta imágenes comunes como Gaiman manipula la jerga del lenguaje y los estilos. Shalvey pone en fila los tipos de mayordomos como de un cuadro evolutivo se tratara: del críptico encorvado con candelabro al modelo años 50, fornido con pajarita y posible pasado de guardaespaldas o detective.

No hay que desvelar mucho más. Debes entrar en el juego y leerlo. Debes averiguar quién corre realmente por los cementerios y la niebla. Quienes son los monstruos y tal vez que, sin saberlo, estas también sentado en una sala dentro de un tétrico edificio sobre una colina muerta golpeada por la noche y los rayos. Buenas noches.

 

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