La identidad secreta de Basik nació y creció en Rimini, en el noroeste de Italia frente al mar Adriático. Sus mayores amores han sido el skateboard y el grafitti. Ha sido escritor durante más de 15 años mientras a mutado lentamente de medio de expresión.
Las herramientas y técnicas, los temas de representación… todo puede cambiar, pero la constante y la pasión de Basik siempre ha estado en pintar paredes. El grafitti es su constante “incluso para pasar el rato con los viejos amigos y pasar una buena tarde divertida” nos comenta.
Esa amistad latente del arte urbano es parte fundamental de Basik. Nos habla sobre cuanto le encanta viajar para pintar murales por todo el mundo, “me encanta la oportunidad de conocer a otros artistas y compartir ideas”, dice, “Es algo enriquecedor”.
Basik también trabaja mucho en estudio. Le encantan los retos y odio las ideas e imágenes que sean solo agradables y ya está. “Paso mucho tiempo investigando”, nos comenta. Hace bocetos, retoques por ordenador, cambia detalles… es un proceso que puede llevarle meses. Pero lo disfruta. Se nota. Su objetivo es hacer sentir pensar.
Un ejemplo es su trabajo actual: una reinterpretación contemporánea de la representación clásica de santos católicos. Separa las capas conceptuales de la imagen popular y tradicionalista… Escuchándole apreciamos una mente analítica con un fuerte valor teórico y por la creación con contenidos de peso. “También trabajo todavía en mi firma de manos negras”, nos explica “trato de acercarme un poco a la abstracción sin abandonar el campo figurativo”.
Basik ama tanto el arte que sentimos su entusiasmo incluso cuando un trabajo consiste en pintar una escalera durante más de 10 horas. Su única pesadilla imaginable es no trabajar durante un largo periodo.
También la apasiona la historia del arte, y la lleva como tema a veces a su propio obra, como el arte italiano y europeo medieval y renacentista, el simbolismo o el secesionismo vienés. Esto le lleva también a valorar figuras históricas como temas y personajes. “Las figuras que a lo largo de la historia han promovido el arte y la cultura”, comenta, “el conocimiento como símbolo de poder es … fascinante”.
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