¡Este muy buen cuarto disco de Foxygen trae dos buenas razones para celebrarlo! La primera es que siguen adelante ya que sus aún recientes desavenencias y bastantes desangeladas actuaciones hacían presagiar lo peor. La otra es que, para mí, este es su mejor trabajo desde ese sorprendente debut cargado de aire fresco que fue “Take The Kids Off Broadway”.
Pues bien, han vuelto a abrir las ventanas y han hecho un breve pero hermoso disco que apenas necesita poco más de media hora y ocho variadas y caleidoscópicas canciones para interesarnos de nuevo en ellos. En las colaboraciones repiten con el gran Matthew E. White y se añade Steven Drodz (The Flaming Lips). Haciéndose cargo de la sección rítmica están sus colegas, The Lemon Twigs. Los arreglos orquestales de Trey Pollard marcan también una gran cantidad de los buenos temas creados por los auténticos protagonistas del disco, Jonathan Rado y Sam France.
Es normal que se pueda hablar de influencias tan dispares en su pop-art psicodélico como Nilsson, David Bowie, Scott Walker, la épica del primer Bruce Springsteen, el Wall of Sound de Phil Spector o la instantaneidad pop de Abba. Así podemos disfrutar de un gran arranque con el primer single del disco, “Follow the leader”. Ellos son los líderes y quieren que les volvamos a seguir con la excelente voz de Sam y unos guapos y cálidos destellos del mejor soul. La orquesta elegante marca terreno pero deja respirar un grandísimo tema que sería igual de hermosa con acústica y voz. También, previamente a la aparición del disco conocimos el sobrecargado de arreglos, pero hermoso, “America”. Arreglos muy psicodélicos, aires orquestales y hasta aromas a ópera rock. Son innegables los toques glam de “Avalon”, así como un estribillo y unos coros que son puro Abba. En la melódica “Mrs. Adams” parece que escuchemos cantar al David Bowie de la primera mitad de los 70. La segunda cara transcurre como un extenso tema con variaciones. Comienza con el precioso single “On Lankershim” que tiene momentos de pura épica al estilo del Bruce Springsteen de los 70. La melodía, la guitarra eléctrica y la orquesta de “Trauma” son una gozada absoluta. Por último cierran con una preciosa y emocionante balada titulada “Rise up” que engancha desde una primera escucha. Solo tenemos un pequeño-gran problema. Se hacen muy cortos los 8 temas y poco más de media hora. Hubiéramos querido el doble porque no hay desperdicio y sí muchísima calidad. (8,5)