¡Grandísima recuperación la llevada a cabo por los estupendos Band Of Horses en su nuevo y esperado trabajo de estudio! Ya hace 2 años en el melancólico y precioso “Acoustic At The Ryman” nos hicieron ver que “Mirage Rock” fue un pequeño fallo dentro de una trayectoria irreprochable con excelsos momentos como “Everything All The Time”. Ya hay voces que piensan que este nuevo trabajo puede estar en un futuro en lo más alto entre los de su, esperemos, extensa discografía.
Para su trabajada producción y magnífico sonido han contado con profesionales de la talla de Rick Rubin, Dave Fridmann (The Flaming Lips, Mercury Rev) y Jason Lytle, líder de los injustamente minusvalorados Grandaddy. Las canciones comienzan de manera íntima con una “Dull Times / The Moon” que va creciendo y emocionando con el paso de los minutos. Luego llega la épica y enérgica “Solemn Oath”. El primero de los grandes singles es “Casual party”. Luminosa al estilo de los Jayhawks más pop e ideal para desbancar de las preferencias del público a los Mumford & Sons, contra quienes debieran pelear comercialmente de tú a tú. Me encantan las armonías vocales (con la ayuda de un sorprendente J. Mascis, de Dinosaur Jr.) y los espacios abiertos y la luz que deja entrar “In a Drawer”. Los aires más country a lo Eagles o Poco llegan en “Throw My Mess” que dejan paso a otro maravilloso single como “Whatever, Wherever” con la ternura de los mejores Crosby, Stills & Nash o de America. El final del trabajo es otra gozada que encadena las melódicas y delicadas “Barrel House” y “Even Still”. Esta última más desnuda aún y con un piano crepuscular y la siempre sensacional voz de Ben Bridwell. ¡De las mejores bandas del nuevo milenio con un disco que gana con las escuchas!. (8,5)

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