9 septiembre 2015. Kafe Antzokia, Bilbao.
ES SOLO ROCK’N’ROLL…
Todavía olía Bilbao a su Aste Nagusia. Una semana larga -casi diez noches, días incluidos – de fiestas grandes, en las que hubo mucha y muy variada música. Entre txosnas, desde el atronador duelo de Anestesia y Horn Of The Rhino hasta los coloristas combos; Akatz, Jesucrista o The Cherry Boppers (cuyo directo sigue siendo asignatura pendiente para el que escribe esta líneas). En la Plaza Nueva, renovado encuentro con el mítico Joe Bataan (excelentemente acompañado de Los Fulanos), o las impagables arengas andalusíes de Chico Ocaña y sus Mártires Del Compás. Sin olvidar la más que interesante programación de la sala Satélite T: Nuevo Catecismo Católico, Brighton 64, o los siempre arrolladores Sex Museum. Además de los bolos en Kafe Antzokia (a destacar el ¿momentáneo? regreso de El Inquilino Comunista, compartiendo noche junto a El Columpio Asesino). O en Bilborock, donde brillaron de nuevo Empty Files, que ya tienen a la venta su excelente ep de siete temas, igualmente titulado “Empty Files” -aunque en telebilbao todavía no se enteren-. Y una mención especial para Las Tea Party Djs, que parecen estar en todos los rincones de la Villa… Y quizás lo estén.
O sea, enorme resaca musical en El Botxo. Que unido al hecho de que la gira de Diamond Dogs incluye conciertos en varias ciudades del norte (Burgos, Barcelona, Zaragoza, Vitoria-Gasteiz, Oviedo,…) pueden ser razones de que el Antzoki no se llenara por completo para recibir la actuación de la banda sueca. Porque su conexión con la capital bizkaina viene de largo. Muestra de ello es que el grupo haya decidido incluir un concierto de setenta minutos, grabado en 2012 en la misma sala, como un extra que acompaña la edición de su último trabajo, “Quitters And Complainers”. O aún más obvio: que durante el bolo, Sören ‘Sulo’ Karlsson, cantante de los Diamond, no se cortara en decir: “I’m Sulo, from Bilbao”.
Entrando en materia, fue una noche para mover las caderas y un buen momento para compartir emociones y sintonías con los que te rodean y saben –a veces mejor que tú- de qué va esto. Así, los Diamond Dogs arrancaron con “Stop Barking Up The Wrong Tree”, tema que da nombre a la gira y está incluido en su nuevo disco. Del que también presentaron “Silver Star Delight”, “Broken” y “Black Ribbons (For Magic)”. Esta última, en boca de un afectado Sulo: “la canción más importante del concierto”, dedicada a Mats ‘Magic’ Gunnarsson, el recientemente desaparecido saxofonista de la banda. También hicieron hueco para echar la vista atrás y tocar una de sus primeras composiciones: “Honked!”, del 94.
El resto del set-list que interpretaron hizo especial hincapié en tres de sus trabajos: “Too Much Is Always Better… Than Not Enough” (2002), “Black River Road” (2004) y “Set Fire To It All” (2012), con afinadas interpretaciones de “Charity Song”, “Desperate Poetry”, “Hand On Heart”, “Rush For Comfort”, “On The Sunny Side Again” o “Lay Me Down On Solid Ground”. Tampoco faltaron homenajes al gran Bo Diddley -por partida doble-, con una intro y la ya clásica versión de “Pills” muy a lo New York Dolls. Así como un magnífico cover del “Bring It On Home To Me” de Sam Cooke, que fue la elegida para cerrar la noche.
Una noche de rock’n’roll en la que disfrutamos de una sección rítmica que estuvo acertada y competente. El bajista Martin Tronsson se mostró sin fisuras a las cuatro cuerdas. Ni una nota fugada, ni un solo altibajo, ni la menor falta de concentración. Notable fue también el trabajo a la batería de Johannes Nordell, que rozó la perfección en las baladas y se explayó en los medios tiempos, con una lujosa y casi barroca colección de redobles. Un detalle, el guitarra Lars Karlsson llegó a lanzarle un guiño irónico, cuando acercándose a él sonriendo le dijo: “qué malo eres…”. Había mucha complicidad sobre la tarima.
El propio Lars se erigió por momentos en animador del cotarro con maestría, cubriendo todos los huecos posibles a las seis cuerdas (es importante decir que se echa algo de menos una segunda guitarra). Igualmente grande fue la contribución del teclista Henrik ‘The Duke of Honk’ Widén. Un tipo que suele derrochar actitud y brillantez, un “dedos” virtuoso y sobrado de buen gusto por el que cualquier banda de rock se partiría la cara. Y qué puedo decir del alma fundadora de los Dogs, ‘Sulo’ Karlsson. Pues que está en forma y se le nota pleno de calidad vocal, y que los años le han consolidado como un frontman de altura. Capaz de superar en carisma al mismísimo Michael Monroe (cantante de sus admirados finlandeses, Hanoi Rocks), capaz de hacerte recordar al Rod Stewart de los mejores Faces, capaz de atraer toda la atención del público hacia sí con naturalidad… Se entregó con fuerza y sensibilidad a partes iguales, trasmitiendo poderío, chocando manos con todo el que pudo y quiso, y otorgando a la audiencia la condición de “mejor público de Europa”, para inmediatamente corregirse a sí mismo, apostillando: “…del mundo”.
En suma, puedo decir que los músicos dieron lo que se esperaba de ellos. Así que, ¿se puede poner algún pero? Podría parecer que no. Pero acabar así no sería honesto por mi parte. A pesar de todo lo escrito y de que esto es “Only rock’n’roll… and I like it”, algo faltó. ¿Eso que los flamencos llaman el duende? Raro, ya que la noche mostró una más que evidente emotividad, tanto arriba como abajo del escenario. Sí, es solo rock’n’roll. Y me gusta… y nos gusta. Pero insisto, algo faltó. ¿Qué fue? No lo sé. Porque técnicamente también fue una noche redonda; buen sonido y mejor iluminación.
¿Entonces, qué? ¿Por qué el show de los Diamond Dogs –a los que admiro- me dejó cierta sensación de frialdad, de poca garra…?. ¿Es por la falta de dopaje en la banda… para bien o para mal, algo intrínseco a la esencia de la música popular más golfa y salvaje nacida en el siglo XX? ¿O quizás no han conseguido superar del todo la ausencia del saxo, ‘Magic’ Gunnarson (falleció repentinamente en mayo del año pasado)?.
En palabras del propio Sulo: “Magic ya no está aquí con nosotros. Duele mucho, y es muy duro escribir estas palabras solo un año después de su marcha. Mi querido amigo está más presente que nunca. Le oigo cuando pongo música en casa, cuando escribo canciones. A menudo siento que está cerca, y tengo que vivir cuando una parte de mi ya no está. He tenido el placer de trabajar y girar con él durante más de diez años casi a diario hasta que murió… La familia Diamond Dogs nos quedamos en shock. Todos los planes como banda se detuvieron. No podíamos creerlo. Pasaron unos meses y nos reunimos para decidir nuestro siguiente paso. Dos opciones nada más. Seguir o dejarlo para siempre… Mats era mucho más que el mejor saxofonista del mundo. Era mi amigo del alma… Te echaremos en falta por siempre y recordaremos todo lo que pasamos juntos… para lo bueno y lo malo…”
Por Thor, por Vidar, por Odín y por todas las Valquirias del nórdico Valhalla… Aunque me cuesta decirlo así, me quedo con las ganas de ver recuperadas a éstas/aquellas fieras del paraíso rockero escandinavo. Seguro que así será… y volverán a dar lo mejor de sí mismos.