Puede que os suene el nombre de este artista madrileño del grupo Psilicon Flesh, del que fue vocalista. Pero Rafael Jaramillo, quien fue discípulo de Oscar Mariné, es automáticamente identificado con el diseño de carteles y artworks de discos. Es un diseñador que se balancea libremente entre un estilo y otro, sin estar puramente definido, siempre con propuestas origilanes e ingeniosas.
Mi nombre es Rafael Jaramillo. A lo largo de estos años he grabado varios discos, he hecho diseño gráfico e ilustración. Últimamente me empeño en sacar un proyecto documental imposible, ya que el rodaje se va a extender (en una catedral) a lo largo de 10 años. Nací y vivo en Madrid. Aparezco en la revista Staf gracias a un colega común.
Bueno, mi afición de pequeño ya era cantar, dibujar tebeos, hacer portadas. He hecho lo mismo más o menos desde que tengo memoria. Después, en la adolescencia, empecé a cantar con mi grupo, Psilicon Flesh, y me pasé 10 años tocando y grabando. Tras separarse la banda encontré, milagrosamente, curro como diseñador en el estudio de Oscar Mariné, que es la persona a la que le debo todo. Ahora trabajo por mi cuenta.
De momento, definiría mi trabajo como malo. Espero que mejore en los próximos años.
No creo que el arte puede cambiar el mundo, nunca lo he creído. El mundo lo cambian otros, desgraciadamente. El arte (en cualquiera de sus formas) me parece un refugio. Con mi trabajo pretendo divertirme durante el proceso mientras trato de complacer a la persona que me lo pide.
El encargo más raro que me han hecho ha sido un poster para Julio Iglesias de su última gira patria.
¿Qué me inspira a la hora de crear? Mi mujer. La curiosidad. El buen humor. La inteligencia de mis amigos. Buster Keaton. Mi abuela Milagros. Tintín. Mil cosas.
La música que escucho cambia, según los meses. Los bluesman del delta del Mississippi, por citar algunos que se repiten con frecuencia. Sus voces me acompañan, pero no me distraen. Aunque últimamente he pasado un mes entero escuchando a Led Zeppelin de sol a sol.
¿Una idea que no me pueda quitar de la cabeza? Un paseíllo espacial por alguna galaxia cercana no estaría mal, para ver que se cuece por ahí. Aunque tengo entendido que es todo menos idílico.
Supongo que prefiero el arte tanto en la calle, como en las galerías, como en los museos, en los tres sitios. No me imagino Las Meninas en la calle Toledo.
Una afición que me haya cambiado la vida: coleccionar cochecitos a escala 1:64. Casi me echan de casa.
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