Antonio Gómez Bueno (Aviso) no es un tipo apto para surfistas envidiosos. Con verbo fácil y enorme soltura, el pintor cántabro, que lleva casi 30 años afincado en California, encadena una historia tras otra. Tienen lugar en sitios tan míticos como Palos Verdes, Rincón, La Joya, Malibú, San Onofre, el North Shore hawaiano… Algunas tienen que ver con el surfing y sesiones increíbles, otras incluyen peligrosos locales de Pipeline, mafiosos venidos a Los Ángeles desde Hawaii para hacer algún trabajito, estrellas conocidas del rock, del cine y parecen directamente extraídas de una novela de Don Winslow. Pero a pesar de los años y de los kilómetros, el pintor no ha perdido el contacto con España, cuya realidad de IVA Cultural y recortes no le es en absoluto ajena. Tras haber sido durante tres años seguidos el autor del cartel anunciador del Festival de Salinas, Bueno afronta 2016 con un buen número de proyectos pictóricos y escultóricos. Y posiblemente también con la idea de participar en el Malibú Classic…
En muchas entrevistas, cuando te piden que te definas o te preguntan quién es Antonio Gómez Bueno, dices aquello de “bueno, bonito y barato”. ¿Crees que el hecho de residir en Los Ángeles, ser un artista internacional, te hace ser visto aquí como alguien con caché inalcanzable y puede inhibir tanto a entes públicos como privados para pensar en ti a la hora de realizar proyectos?
Astuta observación. En esta España de desahucios, recortes en sanidad, educación, investigación, etc., etc. y con un IVA Cultural del 21%, el vivir en la otra esquina del mundo es un contratiempo importante. Pero la calidad nunca es cara, por eso lo de ‘bueno, bonito y barato’. Por otro lado, uno de los mejores slogans de la historia de la publicidad.
En plena era de la tecnología, ¿se puede estar aquí y allí, a ambos lados del charco? ¿Es complicado organizar desde Estados Unidos exposiciones o proyectos en España?
Con ganas todo se puede hacer, no hay por qué escoger siempre el camino más corto o la solución más cómoda.
¿Te gustaría trabajar más en España?
Me encantaría trabajar más en España. Pero me gustaría trabajar y que me pagaran. Aunque te parezca increíble, a veces me invitan a que envíe obras, vaya, trabaje, instale, desinstale, etc., etc., y todo por la cara, que como soy artista vivo de la fama, no del dinero… Como cuando llamas al fontanero un sábado a las 4 de la mañana, que tiene que ir a tu casa inmediatamente porque tienes el salón con un metro de agua…
¿‘Españoles en el mundo’ ha hecho mucho daño, dándonos una imagen de que emigrar a otras países es casi un camino de rosas? Tú, que te marchaste a Estados Unidos en 1.988, ¿qué opinas de tener que salir del país para desarrollarte profesionalmente?
Nunca he visto ‘Españoles en el Mundo’, pero abrirse camino uno solo, en cualquier país del mundo, es siempre difícil. Sea donde sea y vengas de donde vengas. A no ser que seas hijo de Jordi Pujol y lleves mochilas llenas de billetes de 500 euros… Vine a Los Ángeles, según acabé Bellas Artes, en 1988, con 24 años y una ilusión a prueba de bombas. Inaccesible al desaliento y trabajando 12 horas al día. Esa es la fórmula.
El surf es una de tus inquietudes; como persona del mundo del arte, ¿crees que existe un surfista artista que eleva el surfing a la categoría de arte? Si fuese así, ¿a quiénes consideras unos artistas de las olas?
Gente que surfee tan bien, que su surfing me parezca un arte, por supuesto. La lista es interminable desde Esteban Bojorquez, a Herbie Fletcher, pasando por Joel Tudor, Alex Knost, Justin Quintal, Jared Mell, Kassia, Mele Saili, etc… Si te refieres a artistas que surfeen y su producción artística sea de máximo nivel, lo mismo: una lista larguísima… Ashley Bikerton, Rick Griffin, Ray Pettibon, David Lloyd, Rick Rietveld, Mark Grotjahn, Jim Evans, Croci, etc., etc.
Te consideras mejor pintor o surfista…
No hay color. Me gustaría que la cosa estuviera nivelada, pero mi surfing siempre dejó mucho que desear… No obstante, éste es un buen momento para recordar lo que el legendario Mike Muñoz dijo: “El mejor surfista es el que más se divierte en el agua”. Desde ese punto de vista, estoy en la cúspide del surfing. Con vértigo, problemas crónicos de cuello, prótesis de cobalto en las dos caderas… etc., etc. Sigo entrando al agua prácticamente un día sí y uno no. Y porque no vivo en la misma playa, me veo con 70 años viviendo en la playa y surfeando a diario.
Volviendo a tu faceta más creativa, ¿a qué teme más un artista, a una mala crítica, a la indiferencia del mundo…
Malas críticas ya prácticamente no existen. En la última edición de Art Basel Miami, una desequilibrada atacó con un cuchillo a otra mujer, mientras contemplaba un cuadro; le intentó cortar el cuello. La víctima cayó al suelo, en una poza de sangre, y el resto de espectadores en vez de ayudarla, observaban, tomaban fotos, se hacían ‘selfies’ y comentaban sobre la plasticidad de la ‘performance’, sobre si el color de la sangre era demasiado vivo, si era una metáfora sobre la situación de Palestina, la crisis de los desplazados, la guerra de Siria o el caos en Libia… La gente no se daba cuenta que no era ‘Arte’, pero como habían pagado 40$ para entrar, todo lo que veían estaban seguros de que era arte y además del bueno. Como otras veces también en ferias de arte que ha habido gente que ha intentado comprar el cubo de la basura o un extintor pensado que eran lo último en escultura vanguardista. El aspecto económico del arte es lo que domina todo, la crítica ha sido sustituida por los datos económicos, el que más vende o el más caro es el mejor.
Muchas de tus actuaciones se centran fuera de los museos, en pequeños paisajes cotidianos de las grandes ciudades. Se puede decir que intentas crear pequeños oasis artísticos en medio del caos de las urbes. Hoy más que nunca, ¿es tan necesario sacar el arte a la calle?
Cuando empecé a hacer cosas en la calle a finales de los años 80, creía que era el camino a seguir, pero con el tiempo se ha convertido en una moda y ya no le veo mucho sentido, por lo menos para seguir haciéndolo yo. Está bien que haya arte en las calles, pero para mi se pasó el momento de andar subiendo a los billboards, o pegando posters por la calle. Ya no es original. Cuando empecé recuerdo estar haciendo un Billboard en Melrose ave (en pleno Hollywood) y ver a los policías mirándome desde un coche y ni se les ocurría que fuese algo relacionado con el arte o ilegal, pensaban que estaba tranquilamente cambiando el anuncio, esa era la prueba fehaciente de que estaba haciendo lo que correspondía en ese momento… Hoy en día el street art es una manera de vestir, una moda, una categoría de arte como el cubismo, o el expresionismo abstracto, no tengo nada en contra del street art, pero ya hace tiempo que pasé de página… Aunque nunca se sabe, quizá cuando cumpla 70 años vuelva a atacar las vallas publicitarias.
Tu proyecto Utopía, que consistía precisamente en cubrir con un gran mural una fachada del Palacio de Festivales de Santander, era un órdago muy grande… ¿El artista para trascender tiene que pensar a lo grande? Algún órdago así que tengas en mente…
No se trata de pensar a lo grande o en pequeño, la carrera artística es una carrera de fondo. Lo importante es seguir teniendo ideas nuevas, proyectos que te ilusionen y te hagan salir corriendo de la cama por las mañanas, con ganas de ponerte a trabajar. Hacer cosas a lo grande es fantástico, pero no dependes de ti mismo, necesitas apoyos. Utopía en concreto entusiasmó a mucha gente, pero no a los dirigentes políticos que tenían que dar el visto bueno… Últimamente estoy haciendo muchas esculturas, varios proyectos nuevos que me tienen muy ilusionado y ocupado.
Hablando de proyectos ilusionantes, ¿volverás a participar este año en el Malibú Classic? ¿Es cierto que la masificación allí es tan grande, que das por buena la cuota de inscripción para disfrutar del pico sin sobresaturación durante una manga?
Sí, sé que no tengo ninguna posibilidad de ganar el campeonato, que es para lo que la mayoría de la gente se apunta. Yo pago los 120$ de inscripción para surfear ‘First point’ una manga de 15 minutos con otros 5 surfers. Cuando paso de manga y surfeo otros 15 minutos, ya es lo máximo. Este último año había mar, pero no tuve suerte y no pillé la ola de la primera serie que llegó en mi manga. Pillé una buena ola de la segunda serie, me fui casi hasta el pier (muelle), con buen noseride y un par de cutbacks, pero ya no me dio tiempo de volver al pico y tuve que coger en la orilla una ola miserable con la intención de sumar unas décimas. Quedé 5º. 120$ por una ola…
con Rory Russell
www.gomezbueno.com