Hondar 2050, la batalla por un mar libre de plásticos ha comenzado

27 October 2018 Texto: Eduardo Illarregui Garate. Fotografía: Archivo Hondar 2050.

Cada primavera, después de los temporales de invierno que hacen las delicias de los surfistas más audaces y adictos a la adrenalina, se repite la misma escena. Las playas se convierten en auténticos vertederos donde junto a miles de troncos y palos se acumulan toneladas de plásticos. Botes de lejía, botellas de refrescos, tetrabriks, bolsas y los más insospechados objetos son los frutos de tan letal cosecha. Esta es una imagen a la que no por habitual debemos dar nuestra aceptación. Pues aunque los servicios de limpieza acudan puntuales para que las playas estén en perfecto estado de revista para la temporada de verano, la problemática de los residuos marinos tiene una envergadura que va mucho más allá de un simple lavado de cara. Requiere la implicación de todos. Instituciones y ciudadanos; fabricantes y consumidores. Esto es lo que aborda el documental de investigación Hondar 2050. Una radiografía fidedigna y sin edulcoraciones de la problemática de la basura marina en las costas vascas, pero que es extensible a cualquier punto bañado por el mar de nuestro país y del planeta. Detrás de su realización está Cesare Maglioni (1977, Forli, Italia), un creador audiovisual cuya pasión por el surfing le puso en contacto directo con el problema de la contaminación por plásticos en las playas, y que ahora ha querido sacarlo a la luz  y aportar soluciones.

 

 

¿Cómo surgió la idea de hacer un documental sobre la basura marina?
Soy surfero y siempre he estado en contacto cercano con este problema. Pero ha sido sólo al llegar a Euskadi, viviendo tan cerca del mar, cuando  me he dado cuenta de que algo no encajaba: los  malos hábitos de una parte de la población que vive cerca del mar me preocuparon mucho y observarlo me hizo reaccionar.

¿Por qué decidiste titularlo ‘Hondar 2050’?
Hondar 2050 ha sido grabada en Euskadi y Lapurdi (Francia), las zonas vasco-parlantes de España y Francia. Estoy aprendiendo Euskera y me fijo mucho en la semántica de las palabras; me parece que es muy indicativo de la cultura que está detrás de cada idioma. Cuando aprendí esta palabra ya sabía que no iba a haber mejor título para el documental. En Euskera, ‘hondar’significa arena; pero casi irónicamente también significa residuo y colilla. Y en fin, 2050 es un límite, una de las pocas referencias ciertas de todos los estudios que hay en relación con la basura marina. Si la tendencia sigue igual, en 2050 habrá más plástico que peces en el mar. Este dato, cierto y valorado por las Naciones Unidas, también tenía que aparecer en el título.

 

 

El documental se ha financiado mediante crowdfunding. ¿Qué ha resultado más complicado las labores de producción, realización o las posteriores de distribución?
La realización es algo fascinante y no me ha costado mucho esfuerzo, es mi pasión. Lo más duro y largo fue la pre-producción, o sea buscar los contactos, la financiación y el seguimiento diario del crowdfunding; esta herramienta es muy válida para hacer sensibilización al mismo tiempo que se recauda dinero, pero demanda mucha energía, dedicación y tiempo.

El documental comienza con unas imágenes de surf. ¿Los surfistas nos responsabilizamos del problema del plástico, miramos para otro lado, no nos queremos hacer responsables de nuestra basura?
Depende. Como en todos los ámbitos hay quien está concienciado y quien no lo está.  Es una cuestión de sensibilidad y madurez propia de cada uno, no tiene que ver que seas surfero o no. David Bustamante, surfero que aparece en el documental, lo dice bien claro: hasta el día que no te ensucies las manos recogiendo basura, no te darás cuenta de la verdadera gravedad del problema. Según él, la conciencia, y yo estoy completamente de acuerdo, llega a través de la acción.

 

 

En el documental, los científicos hablan abiertamente de la falta de pedagogía en la población sobre la gravedad del problema de los residuos de plástico en los mares; dicen que desconocemos lo realmente difíciles de degradar que son, su toxicidad, su peligrosidad al fragmentarse en trozos más pequeños, al entrar en la cadena alimenticia al ser ingeridos por peces que luego comemos… ¿El documental intenta cubrir esta carencia?
Decir que con el documental hacemos pedagogía igual es decir demasiado. Pero sí, básicamente esta película está pensada para un público medio-joven y para que la llevemos a escuelas y, a través de ella, estimular un debate, y una actitud. Probablemente, no cambiarás directamente tus hábitos una vez terminada la proyección, pero igual te mete el ‘gusanillo’ de ir una vez a la playa a recoger, y es, a través de esta acción, que empiezas a cambiar.

Otro de los grandes peligros que se cierne sobre nuestro planeta es el cambio climático, el aumento de las temperaturas por causa del hombre y de la emisión de gases de efecto invernadero por la utilización de combustibles fósiles… Este  es un problema que tiene que luchar contra los negacionistas que atribuyen estas subidas a cuestiones del propio planeta, a ciclos naturales que se repiten en la historia. ¿Cuáles son a tu juicio los grandes enemigos o ‘negacionistas’ contra los que tiene que luchar la denuncia del problema de los plásticos en nuestros océanos?
Hay un sector industrial muy grande que vive extrayendo petróleo y produciendo plástico (el plástico es un derivado del petróleo). Millones de personas trabajan en este sector, cuyas ‘ramas’ dentro de la sociedad moderna son enormes. Piénsalo, ¿hay algo en tu vida que no contenga una cierta parte de plástico? Dentro de tu hogar, en tu coche, tu tabla de surf, tu ropa, tu calzado… Un 90% de los productos mundiales hoy en día contienen algo de plástico. No es algo malo en sí, pero es una situación muy peligrosa si se nos escapa de las manos, y es lo que está pasando, porque cuanto más ramificado y grande es el sistema que se quiere cambiar, más inercia tiene el cambio. ¿El gran enemigo? Los hábitos de cada uno. Esa es la clave, porque esa misma industria está allí para vender, y si no hay una compra, la industria no vende, y el sistema automáticamente cambia; si de repente nadie usara bolsas de plástico para la compra o pajitas en su bebida, estos productos desaparecerían del mercado muy rápidamente. El problema es que nos han convencido que beber con la pajita es  ‘guay’ y que para la compra necesitas bolsas de plástico. El cambio está en nosotros mismos.

 

 

¿No resulta complicado concienciar a la población sobre la importancia de separar los residuos y reciclarlos, cuando en el reportaje se nos cuenta como  sólo una parte de lo que echamos en los contenedores de reciclaje realmente es reciclada?
Existen muchos tipos de plástico. Para poder reciclarlos, cada uno tiene que ir por separado y cada uno necesita su planta de tratamiento y reciclaje. Aquí está la primera parte del problema: no se recicla todo lo que echamos no porque el sistema no esté bien hecho, sino porque no es físicamente posible  reciclar todo. Las ciudades grandes como Madrid y Barcelona, por ejemplo, pueden llegar a tener plantas de reciclaje para varios tipos de plásticos, pero las más pequeñas (la mayoría) no tienen la financiación y gestión suficientes para todos los tipos de plásticos que existen. Y aunque la tuviesen, desafortunadamente no todos los plásticos que se echan se pueden, al final, reciclar. Aquí está la segunda parte del problema, y yo lo defino como “el problema del contenedor amarillo”. No hay un equivalente al contenedor amarillo en otros países europeos. En otros países se echa al contenedor solo lo que realmente el ayuntamiento o la región pueden reciclar. Así, la selección y separación de los residuos empieza en cada casa, y la población se conciencia de verdad sobre lo que sí y lo que no se puede reciclar. En España se echan todos los envases al amarillo, casi sin distinción, así que mucha gente cree, equivocadamente, que todo lo que se echa se pueda reciclar. Error. El sistema español es más fácil para el ciudadano, pero lleva a equivocación.

Resulta paradójico que, hoy en día, en el que las empresas tienen planes de gestión de residuos, las instituciones invierten millones en campañas para concienciar a la población sobre la importancia de reciclar los desechos, de no arrojarlos a los ríos o mares, que existen puntos limpios, contenedores de reciclaje  por las esquinas… el problema tenga las dimensiones que tiene, y que no tengamos más que darnos una vuelta por la playa, tras una marea viva, para creer que no sólo no se ha reducido, sino que ha ido a más…
Sí, puede parecer una paradoja, pero no creo que lo sea. Como te decía, por un lado, la industria quiere vender y sigue produciendo, en cantidades siempre mayores, por una razón sencilla: cada vez somos más en el planeta, cada vez consumimos más y más rápido. Por otro lado, hay que considerar el factor tiempo. Es verdad que ahora hay políticas, sensibilización, planes de gestión verde (todo esto en los países occidentales); pero sólo desde hace unos 5 ó 10 años. Mientras que el plástico persiste en el medio-ambiente desde mucho más tiempo: considera que todo el plástico que existe desde su invención (1965), unas 9100 millones de toneladas, todavía permanece en algún lugar del planeta. Y es parte de esta cantidad la que encontramos en la mar hoy en día.

 

 

El documental se sustenta en una labor de investigación, hablando con científicos, recopilando información de gente que se dedica a profesiones relacionadas con el mar, como marinos, pescadores. De toda la información que has conseguido a raíz de la realización de Hondar, ¿cuál es la que más te ha sorprendido?
Lo que más me ha impactado, y me sigue impactando, está relacionado con el tiempo; vertimos plástico al medio-ambiente solo desde hace unos 60 años, en términos geológicos es muy poco, y ya estamos en la situación desastrosa en la que estamos. De otro lado, el plástico, siendo una materia sintética, es para siempre: todo lo que hemos producido sigue allí, bajo tierra, en la mar o en partículas en la atmósfera, nunca se ha ido, y nunca se irá. Como especie no hemos llegado todavía a entender que solo hay un hogar, nuestra madre tierra, no hay ningún basurero, en naturaleza el basurero no existe.

La dimensión del problema se puede apreciar, cuando después de un gran temporal de invierno, vamos a la playa, y nos las encontramos llenas de maderas, algas, y junto a estos residuos naturales, miles de latas, botes de lejía, botellas de plástico, bolsas, tetrabriks, pero como dice el documental de alguna forma lo que llega a la playa solo es una ínfima parte de lo que hay en el mar, en superficie, en suspensión o en el fondo… ¿Se puede hacer una estimación de las toneladas de plástico que puede  haber en los océanos?
Este es un dato muy difícil, y los expertos mismos no te darán una respuesta clara. De otro lado, ¿es realmente útil? ¿De verdad que el ser humano solo toma conciencia cuando se ve contra un muro? Yo no lo creo.

 

 

El documental tiene una fuerte vertiente informativa, de denuncia, pero también formativa, ¿qué medidas podemos o debemos tomar como ciudadanos; y qué medidas deberían tomar los gobernantes?
Es fácil, pero necesita tiempo y un pequeño esfuerzo por parte de cada uno: cambiar tus hábitos. Por ejemplo, deja de pedir bolsas de plástico cuando vas de compra, llévate una o dos de tela desde casa. No uses pajitas de beber o vasos de un solo uso. No compres agua embotellada si la del grifo es potable. Recoge algo del suelo cada vez que sales a la calle… En lo que se refiere a los gobernantes, deberían dejar de tener miedo. Por ejemplo, que hagan políticas fuertes y duras contra el uso de plástico para objetos de un solo uso (una ley parecida acaba de aprobarse en Francia), que prohíban los microplásticos en los cosméticos, que impongan el uso de envases alimenticios estandarizados de unos pocos tipos de plástico que sean reciclables al 100%. Y que, por ejemplo, se vuelva al vidrio por muchas razones, que es reciclable al 100% y por infinitas veces. A veces prohibir o imponer, de forma temporal y específica, sirve para educar y redirigir el rumbo si la situación es grave.

El problema medioambiental al que se enfrenta la humanidad y sobre todo las generaciones futuras es muy grave y casi invita a imaginarnos un futuro postapocalíptico a lo Mad Max o Water World. Pese a todo, ¿se puede hacer una llamada al optimismo o es todo tan negro como se nos cuenta?
Invito a todos a visionar el documental mismo, Hondar 2050, y dejarse llevar hasta el final. El problema es grave, sí, pero hay esperanza. El ser humano es capaz de maravillas y de sorprender. Lo que se necesita es una conciencia global, común, mucha gente concienciada que haga de motor, una masa crítica  que contagie a todo el resto. Yo creo que vamos por el buen camino.

 

 

¿Cómo y dónde podemos ver Hondar 2050?
Hondar 2050 estará disponible en VIMEO, y visible a todos a partir de finales de septiembre. Hasta entonces, aprovechar las proyecciones públicas que estamos organizando.

Tras esta obra audiovisual, ¿tienes algún proyecto más en la mente o estás trabajando ya en algún documental?
Sí, tengo un montón de ideas y algunas ya en desarrollo. De un lado pienso en el tema del Uranio y de la energía nuclear y por otro en la (perdida de) relación entre el ser humano y la naturaleza. Ahora necesito desarrollarlos más y buscar una financiación. Vivimos en el mundo que hemos creado, y sin dinero se hace muy poco.

 

 

HONDAR 2050

 

 

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