Café Berlín, el respeto de respetar a la música

25 July 2022 Texto: Gon million. Fotografía: Archivo Cafe Berlín.

Una de las pocas noticias positivas y esperanzadoras de este infausto 2022, en lo que a la cultura se refiere, es el 10º aniversario del Café Berlín de Madrid. Con motivo del mismo, estuve charlando relajadamente, entre humo y cervezas, con Andrés “Pato” Almaday Leandro Cersosimo, cuerpo y alma a partes iguales del renacimiento en 2011, y la posterior resurrección en 2016 del que para muchos (me incluyo) es el epicentro de la bohemia musical y cultural de nuestra ciudad en las últimas décadas. A pesar de sus apretadas agendas y el frenetismo que supone gestionar un club de este calibre (además de su coctelería Josealfredo), y unido esto a la locura que conlleva además celebrar su primer decenio, tuvieron el detalle de dedicarnos unos minutos. Este es el distendido resultado de nuestra entrevista, espero que os lo paséis tan bien leyéndola como yo me lo pasé haciéndola. Dale papá.

(Pato a Leandro) – ¿Qué es lo que estás tomando vos?

(Leandro) – Pepsi

(P) – Ah, sos el socio más triste del mundo… bueno, del mundo no, pero… (risas)

 

 

Para los no iniciados, Café Berlín es un referente absoluto en el ámbito de la noche madrileña y de la música más fina y al mismo tiempo más canalla. Pero no mucha gente (salvo, como digo, los iniciados) sabe realmente quiénes son los tipos al timón de la nave. Empecemos por ahí, contadme un poco, y para los que no os conozcan (…)  quienes sois, de dónde venís, y de qué manera llegáis a haceros cargo del Berlín

(L) Nosotros llegamos hace 20 años acá más o menos de Buenos Aires, bueno, yo soy de Bs As y él (Pato) es de un pueblo de la provincia de Bs As…

(P) No. Yo soy de San Antonio de Areco, que no es un pueblo, es una ciudad…

(L) … sí, pero es la provincia de Bs As. La provincia lejos

(P) … pero es una ciudad. El norte de la provincia de Bs As, y además es donde se inventó la literatura gauchesca, cosa que ustedes los porteños no han creado nada

(L) Llegamos acá, mira, y el primer local al que yo vine cuando llegué a esta ciudad fue el Berlín, como público, claro.

(P) Y yo también

(L) Tendríamos que haber visitado La Moncloa primero, pero qué sé yo… Nos hubiese ido mejor

(P) O algún museo…

 

 

(P) Yo me acuerdo que Lea (Leandro) vivía en Barcelona en esa época, pero vino también, nos encontramos… Yo llegué a Madrid antes que él, en 2000 y el llegó en 2001, y me acuerdo como si lo estuviera viendo ahora, que llegué al Berlín antiguo (calle Jacometrezo), un domingo, con un amigo en común que tenemos, y estaban Jerry González, Piraña, que era joven y era guapo, no como ahora (risas), Alain Pérez, que cantaba ya bien en esa época también, el Niño Josele, y El Cigala, y hacían una jam, Los Piratas de… no me acuerdo. Y el caso es que el Berlín tenía unas mesas muy altas y muy incómodas, blancas, y yo te juro que en ese momento dije: yo daría mi vida por ser el dueño de esto dos días. Ahí empieza un poco nuestro despertar, y el despertar por la música. Lea y yo somos amigos de Argentina, nos metimos primero en Josealfredo, nuestra coctelería, que eso al principio lo gestionó él, después lo gestioné yo… y llegó un momento, allá por 2011/2012 en que allí nos empezamos a rodear de muchos músicos, y de la bohemia, que es un poco lo que nos caracteriza a nosotros dos, a pesar de que el tome Pepsi en este momento (risas) y eso, empezaron a llegar por allí muchos músicos, y se nos ocurrió crear una banda que era la Josealfredo Band, o Los Jiménez… Bueno, decir que nuestra coctelería, Josealfredo, se llama así por José Alfredo Jiménez, que es un cantante de rancheras. La Josealfredo Band iba a ser la banda que llevaba Drexler, todos los músicos de Drexler, que querían ir de gira y tal. Empezamos a golpear puertas, a hablar con gente… y caímos en el Berlín. Tuvimos la suerte de que un amigo muy carismático y muy querido que ahora vive en NY, hizo su fiesta de despedida de Madrid un martes allí, tocamos, y metimos 150.000 personas. Parecía el Madison Square Garden aquello. Y a partir de ahí, para redondear el romanticismo, le propusimos al dueño hacernos cargo.

(L) Claro, nosotros ya conocíamos lo que era parte de la gestión de un negocio, pero no conocíamos la parte de programación musical ni nada vinculado. Pato se hizo cargo de la programación en un principio, recuerdo que no sabía ni lo que era un cuadrante…

(P) Yo sabía que había lunes, martes, miércoles, jueves…

(L) Había que hacer un cronograma, unos amigos músicos nos ayudaron…

(P) Un día un amigo me dijo: tienes que armarte un calendario, loco, porque así esto no va. A ese nivel estábamos. Bueno, a ese nivel estamos hasta hace un año, que ya mando emails y tal (risas).

 

  

 

¿La idea desde el principio fue abrir el club a otros tipos de música aparte del Jazz (Flamenco, Soul, Tango, Funk, rock ‘n’ roll,…) porque conocíais a muchos músicos de otros estilos, o eso vino un poco de manera orgánica por la escasez de salas en Madrid?

(P) No, la verdad que nunca vimos por la carencia, nos manejamos más bien por el deseo. Lo importante fue entender, y eso lo aprendí de Leandro, que la música es inclusiva. Mientras haya calidad… Al principio pensamos, pretenciosamente, que iba a ser un club de Jazz, pero después, por los maravillosos misterios de la vida, nos encontramos con Diego Guerrero, que nos dijo: che, quiero hacer una jam de flamenco. Guau, ahí nos sumergimos en otro universo… Nosotros somos de Sudamérica, y a pesar de que allá se escucha mucho flamenco, empezamos a descubrir no sólo lo que era la música, sino que empezamos a comprender que había más locos que nosotros, y que viven de la misma forma que nosotros, acostándonos a las 7 de la mañana, emborrachándonos, hablando de fútbol, de chicas, de Fellini, o de cualquier cosa, y nos empezó a cambiar el panorama. Después empezamos a entender que a nivel comercial, no puedes hacer Jazz todos los días, porque son siempre los mismos. Pero eso pasa con cualquier género. Y también entendimos que nos iba a enriquecer más hacer de todo. Leandro trabajó muy bien con el tema de la Salsa, me ayudó mucho con el Flamenco…

(L) Bueno, no es para devolverle la buena onda, digamos, pero la verdad es que la programación viene de la mano directamente de Pato, es un generador de ideas, una persona con mucho carisma, que llega muy bien a los músicos, esa parte que tiene que ver con la conexión directa con el artista y con cómo armar una programación sin saber cómo se hacía, forma parte de él. Después, la filosofía nuestra siempre fue: vamos a incluir más música, y fijémonos solamente en la calidad, porque aparte cada cosa que descubríamos que pasaba, pfffff. Yo llevaba trabajando detrás de la barra 3 años, y veía unos conciertos que no me lo podía ni creer, había un nivel increíble, y ahí nos dimos cuenta que ahí había como una forma de expresión originaria, eso fue lo que nos terminó de patear, y dijimos: lo que pasa de verdad acá, no pasa en ningún otro lado, es esto.

(P) Y sobre todo, no quiero entrar en el verso argentino, pero sobre todo desarrollar quienes somos nosotros, ¿no? Nietos de inmigrantes, y siempre nos ha gustado la historia de raíz, que es la música para nosotros. Desde ahí, inconscientemente uno lo empieza a investigar y a encontrarse. Y sobre todo, con el Berlín, lo que hemos tenido nosotros como filosofía, aparte de la calidad, es la intimidad, y entender que lo que pasa aquí, en cierto modo es nuestro, nuestra marca. Nosotros somos diferentes, como todo el mundo, pero si nos ha gustado marcar esa distinción de hacer que todo el mundo al menos nos sintamos una familia aquí adentro, quizás porque somos medio huérfanos.

 

 

Yo, supongo que como mucha gente de mi generación, conocí el local de salir de noche e ir de vez en cuando a sesiones de dj (recuerdo las Redux live de Martin Bruhn) porque era uno de los pocos sitios chulos y relajados, para oír buena música y tomar buenas copas. Luego, un día, un amigo me llevó a la Diego Guerrero Jam, y en ese momento me di cuenta de que genuinamente era uno de esos lugares en que la música se toma en serio y se respeta. Un sitio diferente. Otra cosa.

(P) Claro, es que a ver, esto no es un tablao. Aparte, creo que una de las cosas bonitas que hemos hecho, para tirarnos algunas flores, es experimentar con la sensibilidad del otro. Por ejemplo, que un día venga Jorge Pardo y toque el piano, o el saxo, después viene Farruquito y baila encima de la barra, no sé… Creo que nos hicimos responsables de un grito que tenía que salir en algún momento, y eso es lo que creemos que es el Berlín, un grito de libertad, también de respeto y educación, claro, y sobre todo de amor a la música.

(L) Diego Guerrero es una maravilla de tipo.

(P) Ya es un amigo, aparte de un gran músico, y a nosotros nos abrió un panorama que obviamente nos cambió la vida

(L) Sí sí, eso nos cambió, primero porque nos acercó directamente al Flamenco, como cuando descubres algo, como cuando sos chico que descubrís una música… yo me acuerdo cuando descubrí el Jazz, que ya tenía unos cuantos años, y fue como “bua”, se me abrió un mundo nuevo. Pero esto fue… Porque aparte de la música, fue encontrarte con la cultura, y con tipos muy cercanos a nosotros, que somos de Bs As…

 

 

(P) Esto fue más profundo, al menos para nosotros. Yo entendí por qué me emborrachaba tanto cuando conocí a los flamencos. Imagínate, nos juntamos con Tomatito, con Pepe Habichuela, con Josemi Carmona, con El Cigala… y que estás un miércoles, y estás con estas bestias de la música, que son unos Rolling Stones, imagínate… Y también algo que siempre hemos pensado, tomando prestada una expresión de Charly García, hablando de la inmigración, es que, ¿por qué pensar que porque un tipo sea un negro jazzero y viva en Boston tiene que ser mejor que un español? Aquí tenemos a los mejores del mundo, obviamente en lo que se refiere al Flamenco, es inigualable. Por eso nosotros le dimos mucho valor a los músicos de aquí, muchísimo valor, porque son los que están aquí un martes, un miércoles… siempre, porque lo viven.

(L) Y con una propuesta que también culturizaba el lenguaje del Jazz a través de la improvisación, y que es algo que ellos nos agradecen todo el tiempo, porque si no, normalmente ellos se presentan de dos maneras: o en los tablaos, que lamentablemente están organizados fundamentalmente para gente extranjera, como un arquetipo, un modelo que funciona así. O en los teatros, que para la exposición del Flamenco, es algo muy frío. Entonces claro, el concepto del club con este idioma que le aporta el Jazz de la improvisación etc.… los tipos estaban encantados, estaban como locos… a veces los teníamos que “echar”, no se iban nunca, no paraban de tocar

 

 

Aparte de muchos conciertos, yo recuerdo especialmente uno de Jerry González, que además creo que fue el último (o uno de los últimos) que hubo en el antiguo Berlín, y que fue increíble. Contadnos un poco la relación de Jerry con Café Berlín y cómo os afectó su fallecimiento.

(P) Fue el último concierto del Berlín antiguo. Él y Colina, y después vino Antonio Carmona. Mira, Jerry fue el artífice del Berlín antes de que llegásemos nosotros, pero después también, porque tuvimos la suerte de tener una gran empatía. Yo me hice muy amigo de Jerry, venía a los cumpleaños de Bruno, mi hijo pequeño, y él no hablaba bien castellano y yo no sé inglés (risas), pero teníamos esto que te hablo de la música, teníamos una empatía impresionante, el venía a casa y… estaba feliz. Su muerte me afectó muchísimo, a mi sobre todo. Ahora con el tiempo, creo que no valoré suficiente lo que era él.

(L) A mi modo de ver las cosas, lo más importante que pasó acá fue la mezcla del Flamenco con la Música Latina, ese encuentro, y este tipo, Jerry, fue el estandarte de esa movida. Y aparte era un tipo genial.

(P) Jerry me llamaba y me decía: eh, papa (porque me decía ‘papa’), yo no toco en ningún lado, yo sólo toco en el Berlín. Y encima repartía bien, era generoso, no sólo musicalmente, con la guita también. Que eso se ve, la miseria del artista muchas veces también la ves.

 

 

Supongo que lo habéis contado mil veces pero, en el momento que llega la noticia de que el antiguo local ha sido comprado,  ¿recordáis cuál es la primera reacción, lo primero que se os pasó por la cabeza?

(Ambos) Nos enteramos de golpe, no sabíamos nada.

(L) Pasamos por todos los estados.

(P) Al principio, depresión. Pero bueno, Lea y yo teníamos situaciones diferentes. Yo me había ido a vivir al campo, tenía el Josealfredo, él ya no estaba en Josealfredo (ahora volvió)… yo estaba un poco quemado. Él también, pero como es más perseverante que yo, quería seguir con la historia. A mi me daba un poco de miedo y de pudor, otra vez empezar…

(L) Aparte que terminamos reventados.

 

 

(P) Sí, estábamos cansados, pero teníamos claro que queríamos ir a un sitio mejor. ¿Te acuerdas que vimos un montón de salas hasta que llegamos acá?

(L) Sí, yo recorrí un montón de salas, y muy loco, nos llegó a través del pibe del banco. Yo sabía que llevaban una cuenta de otro local por la zona que no funcionaba, y le pregunté. Y me dijo: el local de la esquina. Y vinimos a verlo.

(P) Lea consigue este local, vinimos a verlo, porque veníamos de un local de 100 personas, y este local es para 250, al principio nos parecía el Madison Square Garden, nos parecía gigante, y yo le digo: mira, vamos a hacer la prueba de fuego. Y me traje a todos los flamencos. Y les pregunto: ¿ustedes se ven tocando acá? Claro!!! Pffff (risas) Imagínate.

La cosa con el tipo que lo llevaba era complicada. Pero fíjate las casualidades de la vida, que en esa época estaba yo de camarero en Josealfredo, y vi pasar por delante a un cliente que es abogado, y lo llamé, para preguntarle si sabía algo de ese local. Y me dice: el dueño del edificio es cliente mío. Y nos puso en contacto con el dueño. Si no hubiera mirado para el escaparate… (risas)

 

 

Entonces ¿creéis que ha sido uno de esos cambios “no buscados” que han sido para bien, para progresar?

(L) Sí, yo estoy súper contento. El otro local era un maravilla, nosotros lo queríamos mucho, pero no tenía las posibilidades que tiene este local. Acá podemos tener un sonido con mucha más calidad, podemos traer otro tipo de espectáculos…

(P) Tenemos el piano de cola… Y puedes traer a gente como Ron Carter, etc. Podemos traer gente que, quizás por el aforo, no vamos a ganar guita, pero nos gusta y le da caché al club. Además de los músicos locales, a los que amamos y estamos muy agradecidos, también nos gusta el Jazz, la Música Brasilera, la Música Italiana… nos gusta todo.

 

 

Bueno, y, de repente, llega una pandemia mundial… ¿cómo la habéis sobrevivido/estáis sobreviviendo en estos tiempos tan complicaos, y cómo afrontáis el futuro?

(P) Ahí se te cayó el pelo, Lea (risas)

(L) Cuando empezó todo, los primeros días fueron de desconcierto, pero una vez que hablamos Pato y yo, porque hubo gente que se bajo del barco, lamentablemente…

(P) O por suerte

(L) Sí… pero nosotros teníamos claro que queríamos seguir. Yo tenía claro que no quería hacer otra cosa, esto es lo mejor del mundo. En ese momento teníamos trabajando 27 personas, y conseguimos no echar a nadie, y los pudimos meter en el ERTE.

(P) Eso y sostenernos nosotros, y sostener la ilusión, que fue lo más difícil. No sabíamos quién nos iba a ayudar. A nosotros nos ayudo mucho el casero, por ejemplo. Este club sin él ahora mismo no sería posible. Nos ayudó un montón de gente que apuesta por la idea de lo que es el Berlín… Y Estrella de Galicia. Nos habían adelantado un montón de guita antes del cierre y no nos reclamaron nada. Y después también nos han ayudado.

(L) Y nos ayudaron las administraciones, porque nosotros venimos haciendo un trabajo de hace años. Antes, las salas de conciertos, como vendíamos alcohol, no éramos locales culturales. Nosotros ahora pertenecemos al listado de locales con interés cultural del Ayuntamiento de Madrid, hemos ido trabajando junto con la asociación de salas y consiguiendo cosas. En la época de Carmena conseguimos la primera subvención como Agente Cultural, y cuando llegó la pandemia, tener ese reconocimiento cultural nos ayudó mucho. Pedimos créditos, nos empolvamos… imagínate, a por todas, pero sobrevivimos.

 

 

(P) Sacando la parte económica y administrativa, que la hemos hecho muy bien, sobre todo él, antes de la pandemia ya habíamos tenido una reunión y vimos que había un cambio de paradigma, que implica que a la larga hemos mejorado las patas, los pilares. Por ejemplo, antes de Flamenco hacíamos 4 miércoles, y ahora hacemos 2, pero 2 que son la bomba, y que los músicos no vienen a aburrirse. Incluimos también a la música urbana, de la cual haremos un festival en el mes de Julio. Incluimos también Música Negra más negra, Música Afroamericana, la Salsa, que ya estaba incluida antes… pero empezamos a pensar que teníamos quedar un salto de distinción

(L) Sí, e intentar enfocar más el tiro, y con más calidad.

(P) Y sobre todo también, entender que hay un lenguaje nuevo y que, quizás por nuestra edad, se nos hacía difícil. Acercarnos a la gente joven, ver qué les pasa, darle la oportunidad a un pibe de 23 años, porque si te vienes a la Jam Urbana, loco… tienen 23 años y tocan como John Scofield

(L) Yo no lo podía creer, y estamos muy contentos. Y los pibes que vienen a tocar, también se sienten como que les dan espacio en un sitio de prestigio, porque están acostumbrados a que “la música urbana no se entiende, no sequé…” Lo típico por lo que han pasado todas las músicas en sus comienzos.

(P) Mira Gonzalo, yo creo que para mi este es el momento más pleno en 11 años que llevo en el Berlín. He renovado el entusiasmo, la ilusión, y sobre todo nuestra relación, somos íntimos amigos, pero en el trabajo es diferente. Y la pandemia nos unió mucho más con respecto a la creatividad, y creo que ahora es el momento más creativo que tenemos, sin duda, gozamos, y tenemos ganas de venir acá. Llegó un momento antes de la pandemia, en que por razones sociales o lo que fuera, no teníamos ganas de venir, justo lo hablamos anoche.

(L) Tomamos un impulso nuevo, son muchos años, muchas noches seguidas… A mi por ejemplo en lo personal, haber disfrutado con mi mujer, un año y medio en mi casa… no me lo podía ni creer.

 

 

Entonces, por lo que veo, las perspectivas ahora mismo son muy buenas.

(L) Nosotros somos muy optimistas en ese aspecto.

(P) Había un jugador de fútbol, que era muy malo, que con Lea siempre nos reímos, que se llama Martín Palermo, que jugaba en Boca, y era malísimo, pero hizo como 200.000 goles, y en Argentina le decían que era “el optimista del gol”. Nosotros somos dos ‘Martín Palermo’, somos súper optimistas, pero porque creemos en nuestro producto, creemos en nuestra idea, somos muy fieles a ella, no podemos vivir sin esto, porque en definitiva esto es el gran amor de nuestra vida en realidad

(L) Por eso, más que un proyecto empresarial, es un proyecto vital, es nuestra forma de vida.

 

 

Vamos al presente inmediato. En estos días celebráis el 10 aniversario (+1), desde que os hicierais con las riendas de Café Berlín. Echando la vista atrás, me imagino que estaréis más que satisfechos y orgullosos de haberos embarcado en su día en esta locura y de haber superado supongo que bastantes dificultades. ¿Qué podrías decir que es de lo que más orgullosos estáis o qué recuerdo o recuerdo/s guardáis con más cariño, si es que se puede mencionar uno?

(P) No hay realmente algo en concreto. Yo estoy muy feliz y muy orgulloso del equipo que tengo, y de que todavía el sueño continua. Se ha hecho realidad, pero sigo soñando con esto, y me parece genial. Yo me despierto cada día y me emociono, pensando que esto es la bomba

(L) A mi me pasa exactamente lo mismo.

 

 

¿Y algo que os hubiera gustado tener en directo y que aún no ha sido posible (por presupuesto, fechas, etc.)?

(P) A Miles Davis pero porque está muerto (risas), o Spinetta, que una vez estuvimos a punto de traerlo y después enfermó…

(L) Hombre, a mi me gustaría que estuviera Charly García, qué se yo…

(P) Creo que también todo se va decantando, ahora por ejemplo tenemos la suerte de tener a Santiago Auserón, que es un genio, y que viene a tocar gratis aquí. Y creo que nos lo hemos ganado, nos hemos ganado el respeto de respetar a la música, y eso para nosotros es muy importante. Por ejemplo el Flamenco, que para nosotros es un lenguaje que era en cierto modo ajeno, y mira ahora…

(L) Pero no sólo con respecto a la música, en todos los sentidos. Este es un local en el que entras, y te tienes que sentir respetado, el que trabaja se siente respetado, yo me tengo que sentir respetado, los músicos se tienen que sentir respetados, ese es el nivel. Y la gente que no se engancha en esa onda, se va porque no se siente cómoda al final. Así es como hemos conseguido armar un público.

(P) Como dicen los músicos: ¿cuál es el músico bueno, es el virtuoso o el que transmite? Nosotros no somos virtuosos, pero si hay algo, es que transmitimos. ¿Qué es el Berlín? Es darte cuenta de que no estás tan solo en el mundo, que hay un montón de boludos como nosotros, que estamos aquí, gozando con un acorde o con un instante. Creo que puedo hablar por los dos, y decir que nosotros vivimos para eso. Estamos muy contentos de que haya tantos ‘solos’ como nosotros, compartiendo esto tan bonito

 

 

¡Y que siga por mucho tiempo!

(P) Hombre, a mi me diagnosticaron una dermatitis, y no se cuánto viviré (risas), pero Lea tomará el testigo

(L) Por eso tenemos a su hijo que es el director de la sala

 

¿Hay alguna presencia/evento que os haga especial ilusión (aparte de la propia celebración de los 10 años y de poder contar con vuestros “residentes”) de lo que se va a poder ver estos días en Café Berlín?

(L) Te digo la verdad… ¡yo no tengo ninguna ilusión, no puedo más! (risas) ¡Perdí la ilusión hace años! No, mentira, en serio, me gusta sobre todo que después de 10 años nos encontramos muy bien, contentos con lo que hacemos, felices, con energía y disfrutando con lo que hacemos, que es una de las pocas formas de vivir, porque si no es como una aplanadora.

(P) Y somos unos afortunados, a mi lo de la ilusión me encanta, porque vendía enciclopedias, ¿viste?. Fíjate si eso no es tener ilusión. (risas) Me gusta banalizar la ilusión, banalicemos los 10 años, no pasa nada, son sólo 10 años. Pero sí, estamos con la banalización de la ilusión, de seguir emborrachándonos, escuchando buenos conciertos, dándonos abrazos, besos… Y tener gente que sigue una misma línea de ética, que mantengamos la misma ética que siempre seguimos.

(L) Ayer vino a tocar Colina, a una cosa de Micro Mambo, y Pato y yo estuvimos bailando hasta las 2 y media de la mañana, imagínate. Eso es el Berlín

(P) Esta es la cosa del Berlín, que hemos logrado tener empatía con los músicos. Por ejemplo Depedro, Jairo, con Martín Bruhn, que es amigo nuestro, y a nosotros se nos ocurrió: ¿y si viene Colina a tocar el acordeón a tocar Cumbia? Josemi Carmona es intimo amigo nuestro, y le digo: che Josemi, déjate de hinchar las pelotas y vente a tocar Cumbia… Y por eso creo que nuestra función es, quizás, es que esta ilusión banalizada la podemos unir con las otras ilusiones, esto es una cuestión de compartir, de converger, y jugar con eso. La suerte que tenemos nosotros es que a veces podemos dirigir el equipo, decir Messi juega aquí, este otro juega acá… Y eso es lo bueno, es una maravilla y sobre todo estamos muy muy agradecidos a la gente, es el gran pilar, el público, los músicos, el equipo… sin ellos, no somos nada nosotros. Eso, y las ganas de crecer. La ilusión para mi es crecer e irme a vivir con El Cigala a Santo Domingo (risas)

 

 

Para finalizar, y aprovechando que estoy aquí con vosotros, contadnos un poco cómo y cuando surge la idea de abrir Café Berlín en Buenos Aires, y si hay otros proyectos internacionales en proyecto o en marcha

(L) El Café Berlín en Bs As surge de las ganas de un músico amigo nuestro que se llama Luca Frasca, que quiso llevar adelante el proyecto del Berlín en Bs As, y que a nosotros nos pareció una idea maravillosa, porque también esa es nuestra ciudad, conocemos el nivel musical y cultural de la ciudad, y cualquier emprendimiento que se quiera hacer en ese sentido, nos parece una maravilla.

(P) Nuestra participación fue un desarrollo de marca, y sobre todo cuidar mucho eso, nosotros no somos cualquiera, nosotros somos el Berlín. Debe ser una replica de lo que hay aquí, y ojala ellos lo logren, porque nosotros estamos muy lejos, y sobre todo lo que nosotros queremos el el cuidado al músico y el respeto por la música. Mientras ellos se hagan cargo de eso y nosotros lo podamos supervisar, aunque es difícil, van por muy buen camino. Pero bueno, el Berlín no es un Starbucks, no es nuestra intención, nosotros todavía creemos en la bohemia, nos gusta la guita como a todo el mundo, pero esto es tan preciado tanto para Leandro como para mi, que esto no se damos a cualquiera. Yo no me vendo por nada, y menos por una franquicia. Ya veremos qué pasa en el futuro, hay muchas propuestas, a ver si tenemos ganas, no sé

(L) Nos han llegado ofrecimientos de abrir uno en Miami, otro en México, y de distintos lugares, pero claro, la pandemia nos atravesó de por medio y estamos reacomodándonos, pero lo vamos a pensar.

(P) Ahora mismo estamos haciendo también con Estrella de Galicia y la Xunta un documental que van a ser 4 episodios, la idea es traer un músico de Brasil, un músico de México, un músico español, gente joven y gente mayor, y contar un poco el proceso de creación. Eso esta fuera del Berlín, pero lo hemos logrado porque somos el Berlín, y es contar un poco nuestro historia también, la historia de la inmigración. Si te fijas, en el Berlín, en la noche, en el fondo son todos inmigrantes musicales, el músico es un inmigrante permanente, hoy está en Granada, mañana en Sevilla, después en Japón… como todos los inmigrantes, vamos trasladando la maleta de un lado a otro y vamos dejando un poquito en cada lado. Esa es un poco la esencia del Berlín. Los músicos dejan su testigo.

 

 

www.berlincafe.es

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