ANTONIO EL ÁLVAREZ, UN CANTAOR DE LEYENDA QUE PREFIRIÓ BARRER LAS CALLES DE MÁLAGA

1 January 2024 Texto: Rufo. Fotografía: Rufo, excepto foto Polaroid por Marta Orosa y (*) archivo del Álvarez.

Recuerdo perfectamente la primera vez que me hablaron de él, fue en una Moraga de la Peña Juan Breva. Lo hicieron con ese halo de misterio que envuelve al personaje, como esa especie de leyenda que le acompaña desde joven. Aquel señor me decía: “mira ese es El Álvarez, el que mejor ha cantado por fandangos, Camarón y todos los mejores venían para estar con él y escucharlo, yo intento llevarlo todos los años a mi finca de Fuente de Piedra pero no viene ni por todo el oro del mundo”. Aquello se me quedó grabado. Yo era un joven de poco más de 20 años que devoraba flamenco, pero desconocía aquel submundo de las fosas abisales del arte jondo, lo que está de puertas a dentro. Recuerdo que no dejaba de observar sus movimientos, su carisma era arrollador.

 

Antonio en el salón de su casa junto a uno de sus nietos

 

Unas semanas más tarde, acudí con mi amigo Santi a la comida que Paco Vega da los miércoles en la Peña Juan Breva, donde suelen reunirse aficionaos y artistas para echar una tarde de arte cada semana. Era verano y había muy poquita gente, pero estaba él, Antonio Álvarez, el genio del fandango, ¡qué suerte la nuestra! Quiso el destino que coincidiéramos en la misma mesa a comer, donde intercambiamos nuestras primeras palabras. Lo que ocurrió después aun lo llevo guardado en el baúl de mis mejores recuerdos flamencos. Nunca había escuchado nada parecido, esa manera de pasar de la dulzura más absoluta al desgarro arrebatador en una milésima de segundo. Ahí comprendí que la leyenda era real. Nos hizo llorar a todos. Después de una acalorada discusión de cante, de las que sigo manteniendo con él cada vez que nos vemos, nos invitó a su casa para darnos gloria y de paso ponernos reliquias que nunca más me ha vuelto a enseñar. Aquel día forjamos una amistad que por suerte aún perdura.

 

Antonio en la puerta de su casa junto a su mujer Pepa

 

Para hablar de un artista de las características del Canijo haría falta escribir un libro por tomos. Antonio fue tocado por la varita de Dios al nacer, dotándolo de una garganta privilegiada, capaz de arañarte con sus bajos, apuñalarte con su grito desgarrado y acariciarte el alma con sus medios imposibles. Famoso por sus fandangos, aunque todo lo canta bien y distinto. Por tarantas orbita en el sentir del lamento minero, por soleá se acuerda de su barrio, por serrana hace retumbar toda la cordillera rondeña y por seguiriya alumbra en la oscuridad del abismo. Malagueñas del Mellizo y Chacón, granaínas, bulerías por soleá y bulerías del Turronero, Camarón o Manuel completan un amplio abanico estilístico que de haber sido profesional habría ampliado aun más.

Antonio Álvarez Rosales nació en la Calle Cauce del barrio malagueño de Capuchinos, criado en un ambiente muy flamenco “estaban todos los gitanos de Málaga allí metidos en las cuevas del Ejido y en la Gota de Leche”, aunque realmente la mayor influencia flamenca la tenía en su propia casa “con 7 años ya escuchaba yo cantar a mi padre cantar y en mi casa han cantado todos mis hermanos muy bien, hasta la perra ladraba bien, yo me escapaba a la Taberna Los Pulpos donde se juntaban los flamencos y escuchaba cantar a Antonio El Chaqueta que era íntimo de mi padre”.

 

El Álvarez en uno de aquellos concursos de la Radio

 

* El Álvarez cuando ganó su primer concurso en Radio Juventud

 

El Álvarez  nació con algo especial, por algo El Chaqueta siempre le pedía a su compadre El Boína –padre del Álvarez- que se trajera al niño para escucharlo, pero al pequeño le daba vergüenza cantar delante de su progenitor “cuando mi padre se despistaba le hacía un fandanguito  al Chaqueta sentado en el mostrador, me daba 500 calas y corría pa mi casa echando humo”. Ese don lo veía todo el que lo rodeaba, por ello su maestro escuela lo apuntó al concurso que Radio Juventud organizaba junto con La Gaseosa y  con tan sólo 11 años se llevó el primer premio. Él sabía lo que tenía en la garganta y es por ello que se juntaba con su  Chino de Málaga para cantar en las terracillas de Málaga y ganarse cuatro perras para poder ir al cine con su amigo. Después llegaron los concursos de la Fiesta de la Radio, los ganaba todos apenas siendo un niño y rodeado de artistas como La Faraona, Cándido de Málaga, Agustín El Gitano o el niño de Canillas entre otros. “Nada más terminar ya estaba mi madre esperándome en la escalera, cogía las 2000 pesetas y se las metía en la teta”. Así estuve cantando hasta que me lo prohibieron porque ganaba siempre” (se ríe).

 

 

Siendo todavía un chavea también alternó en las Ventas de los Montes de Málaga, donde los señoritos contrataban a los artistas para su entretenimiento “los frecuentaba para ganar unas perras, en muchos no te podías meter porque habían muchas mujeres de la vida, cuando venía el sereno me escondía porque un menor no podía estar en esos ambientes. Lo feliz que me iba yo con mis 20 duros, lo primero que hacía era comprar dos kilos de boquerones para la casa”.

El Canijo, sobrenombre por el que todos conocen al Álvarez, comenzó a interesarse por aquellos artistas que escuchaba en la radio desde chiquito. En aquel entonces se llevaban mucho los fandangos y cada cantaor tenía su estilo propio. Antonio fue absorbiendo cual esponja las formas de aquellos que más le llamaban la atención: Antonio el de la Calzá, Corruco, Palanca, Aznalcollar, Porrinas, Niño Leon, El Sevillano, Carbonerillo o El Rubio entre otros. Estos y otros tantos fandangos que sumó a su repertorio los interpretaba a su forma, porque otra de las cualidades más destacadas de nuestro Canijo es la personalidad que imprime a todo lo que toca. Son muchísimas las veces que he tenido la suerte de escuchar sus cantes y nunca canta la misma letra y el mismo estilo igual, nunca. Después sumaría a la lista de fandangos los de Macandé, Joaquín el de la Línea o los de Chocolate, siempre con su sentir por delante. Siendo aun jovencillo se escapaba a la Taberna Gitana cada vez que se enteraba que venía alguno de sus ídolos. Sólo podía verlos a través de la ventana porque los menores tenían prohibida la entrada. También tuvo grandes referentes malagueños, especialmente Antonio de Ceuta a quien recuerda como un cantaor fuera de lo común. También Ángel de Álora, Cándido de Málaga o Manolillo El Herraor le aportaron cosas a nuestro singular personaje.

 

Con Camarón *

Con Camarón y Tomatito *

 

Todo ese ambiente que él vivió de joven es el que le llevó a no querer dedicarse profesionalmente al flamenco. “Era un ambiente muy turbio donde el alcohol estaba muy presente, los artistas morían todos de hambre y hoy te dicen ole y mañana te están poniendo como los trapos y yo eso no lo quería para mí”. Él prefirió un oficio y asegurarse su porvenir sin depender de nadie. De chavea empezó  de lechero, repartiendo. Hasta los 30 estuvo de albañil con su padre y partir de entonces entró en Limasa y anduvo barriendo las calles para alimentar a su familia durante toda su vida. De trece niños que tuvo siete le vivieron y a esos siete crió. Es mucho el dinero que no quiso ganar porque no le apetecía cantar ese día o porque no le caía en gracia el señorito de turno. Incluso llegó a quemar 10000 pesetas en la cara de un promotor por haberle mareado demasiado con el pago de una actuación. Mientras en su casa estaban pasando fatigas su dignidad imperaba. Una noche, cuando pasaba la peor época de su vida, el destino le tenía un as guardado en la manga. “En aquel entonces mi casa del Cau se había caído y nos habían echado a todos, Antonio Oca el arquitecto nos acogió a mi mujer y mis niños en su casa. Una noche fui con mi buen amigo Pepe de Cañete a casa de un señorito a cantar, cuando terminamos, bien entrada la noche repartimos el dinero y marchamos a Málaga. Yo llevaba todo el día sin tabaco y estaba loco por comprar. Pepe me dijo que no me preocupara que él conocía un sitio donde vendían mi tabaco -sólo fumaba Royal Crown-. Allí que fuimos, a la farmacia de la Alameda. Estaba cerrada. Las cosas están predestinadas. Me dijo Pepe, “tranquilo que aquí al lado hay un bingo y está tu tabaco”. Él sabía a lo que iba, quería echar su cartoncillo. Compramos  y una vez fuera me dijo que echáramos un cartón antes de irnos. Allí estaban Pepito Vargas y Miguel de los Reyes. Yo me negaba a jugar, me pedí mi zumo y mi sándwich y contemplé como Pepe no acertaba ni un número. Acordamos que íbamos a medias a pesar de que yo no jugaba. En una de estas Pepe fue a mear, me encontré con aquel cartón ahí delante y le dije a mi Cautivo “a ver si me mandas una ayudita que tengo a toda la familia fuera de mi casa y molestando a ese hombre”…Y de repente el 60…uy me falta el 35…y lo veo aparecer antes de que lo canten…y conforme lo cantan alzo la voz y digo ¡¡ALTO!! Y todos “¿cómo que alto?”, claro yo no sabía lo que tenía que decir y Miguel de los Reyes “ay que la tocao al feo” y Pepito Vargas “ole tus huevos, ole tus huevos” y yo “joder por 75 mil pesetas tampoco es pa tanta fiesta” entonces me replicó Pepe “calla que te han tocao 3 millones, el acumulado”. Con ese millón y medio pude construirme la casa que hoy tengo. El destino.”

 

*

*

 

Hay otra anécdota que llevo a orgullo y es cuando conseguimos entre yo y mi querido Rubén Lara -uno de los grandes guitarristas malagueños- que el Canijo subiera a Madrid a cantar, nada más y nada menos que al Círculo Flamenco de Madrid. “Yo que no he salío de mi barrio en mi vida”. Ni yo mismo con todos los billetes sacados y todo más que preparado daba un duro por él. Lo conozco bien.  Ayudó sin duda que los miembros más activos del Círculo, Carlos Martín o Alberto Martínez entre otros bajaran a conocerlo y a entrar en su mundo. El día antes decía que estaba malo y no viajaba. Un clásico. Rubén lo sacó de la casa y lo metió en el AVE. Hasta Mayte Martín bajó de Barcelona exclusivamente para estar con él aquel día. Una hora antes del acto decía que estaba mudo. Sus cosas. Yo atacado por tener que presentar, bebiendo fino como si se fueran a secar todas las botas de Jerez. Antonio empezó a cantar por Macandé para hacer voz en el camerino. Después de una interesante charla en el escenario donde encandiló a todos con su gracia ya estaba loco por cantar, y así que lo hizo, quizá al 60% de sus posibilidades, el escenario no es su zona de confort. Horas después, ya en Casa Patas, el loco abrió la caja de Pandora que alberga su corazón, cantando como los mismos Dioses. Un día y una noche inolvidables.

 

Junto a Camaron, su hermano, entre otros aficionaos *

 

* El Álvarez acompañado por El Chino de Málaga y la familia de Pepito Vargas

 

Otro hito histórico fue verlo en el cartel del Festival Torre del Cante de Alhaurín de la Torre. Fue en el año 93 y no pudo negarse a cantar, aquel año el festival estaba dedicado a la memoria de su gran amigo Camarón de la Isla, fallecido el año anterior. Una relación que comenzó unos cuantos años atrás:. “En el año 78 cuando vino Camarón al homenaje que se le hizo al Piyayo y al Chirle, nosotros coincidimos en la casa de Miguel Madrona, me obligaron a cantar e hice unos cantecillos y me metí pa dentro, luego salió José y dijo por el micro que quería cantar conmigo y escucharme, la gente desde el público me alentó y finalmente salí, que es la foto que hay por ahí. Tres días estuvimos juntos, primero en la Peña Juan Breva y después a Granada. Cada vez que venía a Málaga mi mujer se echaba a temblar y llamaba a Paco Lobatón (ríe). No aparecía hasta después de tres o cuatro días. A los pocos años conocí a mi comadre la Remedios. José, El Chino y otros amigos en común le habían hablado de mí. Me despertó Carapalo a las 3 de la mañana diciéndome que había venido Camarón y quería estar conmigo, a regañadientes me levanté y nos fuimos donde José, resultó ser mentira, era la Remedios que quería conocerme, allí estuvimos toda la noche y ella intentando que yo cantara pero no me apetecía, al final me arranqué y esa gitana cuando me escuchó de cantar me tiró un vaso de coca-cola a la cara, imagínate como me quedé, a partir de ahí fuimos inseparables”.

 

Con El Tiriri

 

Reunión junto a Enrique El Extremeño, Cancanilla, Antonio Moya o la Cañeta entre otros

 

A día de hoy todavía son muchos los artistas que lo veneran y lo buscan. Farruquito, Juan Villar, Rancapino padre e hijo, Luis EL Zambo, Israel Fernández, Diego El Cigala y tantos otros. No encuentro mejores palabras para despedir esta resumida semblanza de mi querido Álvarez que las de sus propios compañeros, esos que han contribuido en convertir en leyenda a un humilde barrendero de Málaga y padre de familia.

Rancapino: “El Álvarez es un cantaor de mucha calidad, canta con mucho sentimiento, hace un fandango increíble…para el cante se nace y él ha nacío con el cante y es un cantaor que se rompe. El fandango suyo te arranca la sangre, he estado con él en muchos sitios y me he roto con él. Camarón fue el primero que me habló de él, me dijo hay uno en Málaga que no se puede cantar ya mejor por fandango y la primera vez que estuve con él me hizo llorar y me emborraché”.

Juan Villar: “Ya sabía de él por Camarón y hace ya muchos años me lo presentó un aficionado de Málaga. Es especial, no le canta a cualquiera, hay que cogerlo a gusto y que esté con amigos. Es uno de los mejores aficionaos que ha dado España y ya si abre el pico hay que escucharlo. No he visto a nadie cantar por fandango en la manera que canta él. El Álvarez es un tío que hace las cosas mejor que el que las creó. Para mí es un orgullo ser amigo de Antonio”.

 

Su otra gran pasión, el futbol *

 

Remedios Amaya: “Yo llegué con 18 años a Málaga con mi hermanito El Chino de arte 4. Él fue el que me presentó a mi compadre El Álvarez. Cuando lo escuché de cantar la primera vez pensé no se puede cantar más gitano, ni más bonito, ni mejor. Si no ha querido cantar para la masa es porque no ha querido. El cante de mi compadre Álvarez para todos aquellos que sean aficionaos es pa morir, para decirle bendita sea la madre que te trajo al mundo. Camarón moría con él, Camarón se volvía loco. Camarón lo despertaba a la hora que fuera y se lo llevaba para que le cantara y mi compadre a bien que lo hacía porque era su amigo. Yo les digo a todos los cantaores que escuchen a Antonio Álvarez para que aprendan como se debe cantar por fandangos”.

 

Foto: Marta Orosa

 

 

Vídeo: Extracto de un reportaje que se le hizo al guitarrista Rubén Lara en su pueblo, Cañete La Real en 2013. Aquel día se recogieron varios cantes del Álvarez, prácticamente los únicos que tiene grabado con sonido profesional. En el vídeo nos hace un fandango muy personalizado de Palanca junto a la guitarra de Rubén Lara.

 

Instagram: @rufo_diary

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